Nos acercamos a Colombia, en la América Meridional. Estamos en un país de paisajes espectaculares y aromas de buen café. Este punto del planeta nos enamora con su música, su cultura, sus tradiciones, su vibrante colorido y sus amigables gentes.
Estamos en un país de contrastes, donde se dan todos los paisajes posibles. Uno de ellos es nuestro protagonista. Nos dirigimos a una de las zonas más áridas del país, a un desierto situado a casi trescientos kilómetros de distancia de Bogotá: el desierto de la Tatacoa.
Tatacoa significa ‘bravura’ y es el nombre de una serpiente de cascabel especialmente resistente y capaz de soportar cualquier condición climática y ambiental que se le presente, por lo que este desierto colombiano se ha convertido en su hogar ideal, residencia que comparte con escorpiones, arañas, águilas, lagartos y otras especies.
El desierto de la Tatacoa, situado en el norte del departamento del Huila, es en realidad un antiquísimo bosque tropical que el paso del tiempo –miles de años- se ha encargado de secar hasta transformar su superficie en el paisaje que hoy podemos ver. Ocupa una extensión de más de trescientos kilómetros cuadrados en la que predominan los colores ocres y los tonos grisáceos, tan solo salpicados por el verde de algunos cactus y de otras escasas plantas desérticas.
Sus especiales condiciones geológicas lo han convertido en un lugar de especial interés. De hecho, aquí se han encontrado valiosos hallazgos arqueológicos, especialmente fósiles de animales y de variada flora que alguna vez poblaron este territorio.
Una de las actividades más interesantes y bellas que nos ofrece el desierto de la Tatacoa es la observación de las estrellas. La total ausencia de contaminación lumínica garantiza la contemplación de los cielos nocturnos con toda nitidez. Además de encantar a los más aventureros, los aficionados a la astronomía encontrarán en este desierto colombiano su destino ideal. Aunque, sea cual sea el propósito de la visita, siempre es recomendable visitar el desierto en compañía de un guía especializado, pues se trata de un territorio inmenso en el que es fácil perderse.
A menos de seis kilómetros del desierto se encuentra la pequeña localidad de Villavieja, una pintoresca población con una bella plaza principal que vale la pena visitar. Además, aquí se encuentra el Museo Paleontológico en el que puede contemplarse la gran colección de fósiles encontrados en el desierto de la Tatacoa.
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