​El desierto de los Pináculos, un bello escenario de ciencia ficción

Nos acercamos a un paisaje impresionante, un lugar creado por la naturaleza y modificado por ella a su capricho. Nuestro destino se encuentra en Australia, la gran y sorprendente isla de Oceanía.Visitamos este paísmulticultural, abierto y espontáneo para encontrarnos con un paraje natural fascinante, un espacio que parece recrear el escenario de un film de ciencia ficción. 

Para descubrirlo nos dirigimos a unos doscientos kilómetros al norte de la ciudad australiana de Perth. Allí se encuentra el Parque Nacional de Nambung, un enorme territorio de más de 170 kilómetros cuadrados que se ha convertido en una de las grandes atracciones de Australia. Su diversidad de paisajes es uno de sus puntos fuertes. En Nambung vamos a encontrar increíbles playas de arena blanca, multitud de senderos, grandes zonas ricas en fauna y flora, largas cadenas de dunas y, por supuesto, el desierto de los Pináculos, nuestro protagonista y el motivo de nuestra visita al sexto país más grande del mundo. 

El desierto de los Pináculos presenta uno de esos paisajes casi irreales que recrean un ambiente especial, incluso algo desconcertante. Está repleto de grandes formaciones de piedra caliza, muchas de las cuales llegan a alcanzar los cuatro metros de altura. Se trata de curiosos pilares que alfombran todo el desierto. 

Algunos de estos caprichos de la naturaleza cuentan con más de ochenta mil años de antigüedad y, aunque no existe una teoría firme que explique su existencia, voces autorizadas del mundo de la ciencia atribuyen su presencia a diferentes fuerzas geológicas acontecidas a lo largo del tiempo y a la acumulación de conchas marinas a lo largo de eras geológicas anteriores. 

El desierto de los Pináculos es uno de los mejores lugares del planeta para contemplar las estrellas. También es posible ver recorriendo por este territorio a algunos canguros, cacatúas, serpientes pitón y algunas otras especies animales habituales del lugar. 

Como curiosidad, cabe destacar que muy cerca del desierto se encuentra un pequeño pueblo pesquero llamado Cervantes. El nombre le viene de un antiguo ballenero que encalló en sus aguas a mediados del siglo XIX. Llama la atención que muchas de las calles de esta localidad australiana llevan nombres de ciudades españolas, como Córdoba, Segovia o Sevilla, entre otras.