Nuestros pasos se dirigen a Canadá. Este país siempre ofrece múltiples y buenas razones para ser visitado. Es un territorio que despliega una fascinante naturaleza que combina con el atractivo de sus ciudades, modernas metrópolis que invitan a disfrutar de su diversidad, su cultura, su gastronomía… Este viaje nos acerca a un punto muy especial de este territorio de América del Norte: la península atlántica de Nueva Escocia.
Por su nombre, es fácil adivinar que la cultura escocesa está muy presente en este punto de Canadá. Es un lugar repleto de pequeños y coloridos pueblos pesqueros en los que resulta sencillo desconectar de la prisa. Este punto del país cuenta con decenas de faros históricos y, precisamente, uno de ellos es nuestro protagonista. Para localizarlo, nos acercamos a la pequeña comunidad de Peggy’s Cove.
Cuenta una leyenda que Peggy’s Cove recibió su nombre de la única superviviente de una embarcación que se hundió en estas costas allá por el año 1.800. La joven se casó con uno de los primeros colonos que acababan de llegar a esta tierra. Al parecer, Peggy se convirtió en una vecina muy popular en el lugar, así como su nombre que pasó a ser también el de la pequeña aldea.
Peggy’s Cove es un lugar pintoresco y encantador con casas de colores que miran al mar. Aunque toda la zona ha sido declarada área protegida, la base de su economía siempre ha sido la pesca. También lo es en la actualidad, aunque en los últimos tiempos los más jóvenes de decantan por otras ocupaciones o por salir de la población en busca de alternativas profesionales.
Las potentes olas chocando contra las rocas son un clásico en este punto de Canadá, además de un espectáculo que nadie quiere perderse. Eso lo sabe muy bien uno de los residentes más antiguos del lugar: el histórico faro de Peggy’s Cove.
El faro original se construyó a mediados del siglo XIX, y consistía en una sencilla plataforma de madera. El que podemos ver en la actualidad se remonta al año 1915 y se levantó con materiales mucho más resistentes, como el cemento. Alcanza una altura de quince metros y, para muchos, es el faro más bonito de país, de hecho se ha convertido en una de las principales atracciones de la llamada ruta de los faros de Canadá.
El faro combina el rojo y el blanco, como los clásicos de su especie, y sigue cumpliendo con su misión original de guiar a navegantes que se acercan a la costa, pues está dirigido por la Guardia Costera canadiense.
El faro de Peggy’s Cove es uno de los más fotografiados del mundo. Hasta él llegan cientos de turistas que se lanzan a pasear por las rocas que lo rodean y que sortean con serias dificultades las enérgicas olas. Uno de los espectáculos más fascinantes que proporciona el lugar es la contemplación de la puesta de sol en el entorno espectacular que envuelve al famoso faro.
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