De visita en el tercer monolito más grande del planeta

El pueblo mágico de Santiago Bernal, ubicado en el estado de Querétaro, alberga una de las trece maravillas naturales de México que todavía sigue siendo desconocida por muchos turistas a nivel mundial. 

Este destino es mágico y cautivador, ofreciendo infinidad de actividades por hacer, como senderismo por la icónica e impresionante Peña de Bernal. Con una altura de 2.510 metros, es considerado el tercer monolito más grande del mundo, solo después del Peñón de Gibraltar en España y el Pan de Azúcar de Brasil. 

Expertos aseguran que esta maravilla de la naturaleza se formó hace 65 millones de años en el período Jurásico y prueba de ello es que una de las actividades que puedes hacer estando allí es tomar un safari hasta cierta parte de la peña; en donde podrás ver pinturas rupestres de la cultura chichimeca con antigüedad de hace 1300 años aproximadamente, toda una experiencia fascinante que no puedes perderte. 

Si eres foodie o amante de la gastronomía, Peña de Bernal es tu lugar ideal pues es famoso en todo el país por ser tierra de viñedos y fabricantes de queso; ofreciendo variedad de los mejores quesos y vinos, aclamados por expertos culinarios a nivel mundial. 

Definitivamente un gran spot que no puedes dejar de visitar es el Hotel Rancho San Jorge; una propiedad elegante, clásica, vintage que acoge con sus cómodas y amplias habitaciones y espacios mágicos. Además, posee una de las mejores vistas de la peña desde su rooftop, un plan ideal para finalizar la tarde disfrutando de un grandioso atardecer al son de un espectacular coctel. 

Para finalizar este viaje express por este tesoro natural mexicano, quisiera aconsejarles que antes de abandonar el precioso Estado de Queretaro, pueden echar un vistazo a la fascinante y grandiosa capital Santiago de Queretaro, ubicada a poco menos de 60 minutos de distancia. 

En la capital de Queretaro te recomiendo recorrer atractivos turísticos como el acueducto, el Templo de San Francisco y explorar su centro histórico que a propósito fue declarado como patrimonio de la humanidad UNESCO; todo esto abordo de un divertido y auténtico tranvía tradicional que cruza toda la ciudad durante todo el día. 

Nuevamente llegó el momento que menos me gusta y es despedirme de ustedes, pero les aseguro que nos volveremos a ver mucho antes de lo que se imaginan y, lo mejor de todo, en un rincón fascinante del planeta que seguro les va a encantar. ¡Buen viento y buena mar!