La capital argentina es conocida mundialmente por su gran diversidad arquitectónica y oferta cultural: españoles, italianos, franceses, así como también arquitectos de diversos orígenes han dejado su huella en esta gran metrópoli latinoamericana. Hubo una época en que Buenos Aires quería parecerse a Europa, efectivamente, al caminar por sus calles somos testigos de la riqueza arquitectónica de esta gran urbe.
Uno de los edificios más tradicionales de la ciudad es el Edificio del Molino, el cual se encuentra en la recta final de un proceso de puesta en valor que comenzó en el año 2018. Lo recorrí por dentro para poder apreciar los trabajos realizados hasta la fecha. Luego de una formidable puesta en valor y restauración, el edificio está muy cerca de abrir sus puertas al público nuevamente.
El edificio es un claro exponente del Art Nouveau en la Argentina. Con una superficie total de 7.600 m2, es uno de las construcciones más impresionantes de la ciudad. Se encuentra ubicado en la esquina de las Avenida Rivadavia y Callao, a pasos del Congreso de la Nación. Es Monumento Histórico Nacional y representa un símbolo porteño, tanto en términos históricos como culturales.
Todo comenzó cuando dos reposteros italianos, Constantino Rossi y Cayetano Brenna, compraron en 1904 la esquina de Callao y Rivadavia. Luego de siete años, también adquirieron las casas vecinas de Callao 32 y Rivadavia 1815. En 1917, abrieron la confitería del Molino. Le pusieron Del Molino, porque enfrente, en la Plaza del Congreso, funcionaba el primer molino harinero de Buenos Aires, el llamado molino a vapor de Lorea.
El arquitecto a cargo del edificio fue el italiano Francesco Gianotti, autor también de la Galería Güemes, otra de las construcciones más tradicionales de la ciudad. Hasta el último material fue traído de Europa. El edificio fue terminado en 1916 para la celebración del Centenario de la Independencia del país.
El edificio del Molino se desarrolla en planta baja, 5 pisos, Azotea con torre-cúpula accesible, y 3 subsuelos. La confitería histórica se encuentra en la planta baja y el salón de fiestas en el primer piso. El tercer subsuelo se destinaba a depósito de combustible, el segundo poseía las cisternas, la sala de máquina y mantenimiento, mientras que en el primero funcionaba el área de elaboración de pastelería, productos de confitería y molino harinero.Los pisos del segundo al quinto constan de dos alas, una sobre Rivadavia y otra sobre Callao, con departamentos para renta o habitación de los propietarios.
El edificio atravesó diferentes momentos a lo largo de la historia argentina, en 1930, durante el golpe de Estado que derrocó al presidente Hipólito Irigoyen, la confitería fue incendiada. Sin embargo, la reconstruyeron un año después. Pasó por distintas manos, hasta que pereció a la quiebra. El 23 de febrero de 1997 cerró sus puertas definitivamente.
Ese mismo año, fue declarado Monumento Histórico Nacional, así como también Patrimonio Histórico del Art Nouveau y la vanguardia de la Belle Époque por la UNESCO en el año 2000. Tales distinciones honoríficas no lo salvaron de caer en el olvido y hasta fue usurpado durante varios años.
Recién en el año 2014 se expropió mediante la Ley 27.009, y se lo transfirió al Congreso de la Nación. La Comisión Administradora del Edificio del Molino, que fue creada por dicha ley, tomó posesión en julio del 2018 y allí comenzaron las tareas de restauración a través del Plan de Restauración Integral del Edificio del Molino (RIEM).
Durante la cuarentena obligatoria por la pandemia de COVID-19, las obras continuaron. En forma domiciliaria se hicieron tareas de fichaje, planos, catalogación del material arqueológico que se halló en el edificio y se preparó documentación para licitaciones de obras que están actualmente en curso.
Se llevó a cabo un trabajo minucioso para poder lograr una restauración lo más auténtica posible. A través de una convocatoria por las redes sociales, se buscó información respecto de los colores y diseños de los vitrales, teniendo en cuenta que cuando los expertos que restauraron el edificio llegaron para hacerse cargo de la obra, no quedaban rastros. La convocatoria en las redes permitió que con el material que donó la gente, el equipo técnico logrará reconstruir las trazas originales, sus colores y sus texturas.
Para llevar a cabo la puesta en valor, el Congreso de la Nación contrató a especialistas para los distintos talleres: vitrales, maderas, estucados, terminaciones superficiales, moldería, electricidad, entre otros. El costo estimado de la restauración, hasta la fecha, es de unos 100 millones de pesos (873 mil euros).
La Confitería del Molino forma parte de la historia argentina y existen muchas historias y curiosidades con respecto a ella, tales como por ejemplo la que tiene como protagonista al famoso cantante de tango argentino, Carlos Gardel, uno de sus más fieles clientes. Gardel le encargó al dueño una torta en homenaje a su amigo Irineo Leguisamo. Fue así nació el famosísimo postre argentino Leguisamo, una mezcla de hojaldre, merengue, marrón glacé y crema imperial con almendras.
Otra de las anécdotas tiene como protagonista a la estrella del pop mundial, Madonna. En 1996 (un año antes de que la cerraran), Madonna -en un día libre de la filmación de la película “Evita” - grabó en uno de los salones el video para la canción "Love don´t live here anymore".
Las tareas de restauración del emblemático edificio porteño siguen en marcha y esperan que la Confitería del Molino abra al público en el transcurso de 2022.
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