Entre los morados campos de lavanda de Provenza, el Parque Natural Regional de la Camargue, en el curso inferior del Ródano y el Mediterráneo, se encuentra Arlés, una de las ciudades con mayor legado romano del mundo. Al sur de su casco urbano se extiende la necrópolis más legendaria de la antigüedad, donde el artista Vincent Van Gogh se cortó una oreja en el otoño de 1888. Visitar hoy esta ciudad es evocar un esplendor que aún se respira en su atmósfera.
Arlés se ha tomado en muchas ocasiones como ciudad de paso, para los amantes de la naturaleza en estado puro, recorrer los alfombrados campos cultivados de olas de lavanda, que se pierden en la lejanía, teniendo como referencia espacial el mítico Mont Ventoux (1.909 m.), las montaña sagrada de Provenza, citada por Petrarca en sus escritos, al ser este poeta italiano su primer escalador que dejó testimonio de su hazaña. También los ecologistas amantes de los espacios costeros, como es el Parque Natural Regional de la Camargue, donde el Ródano entrega sus frías aguas al cálido Mediterráneo. Pero se olvidan, en gran parte, del impresionante patrimonio que atesora esta ciudad. Recordemos que Constantino el Grande (274-337), enamorado de Arelate (nombre que recibía Arlés en la época romana), quería convertir esta ciudad en la capital del imperio.
Y es en esta ciudad en donde se levantó el mayor cementerio de la antigüedad europea; un espacio de silencio y misterio, cuya atmósfera sobrecoge y envuelve el ánimo del visitante. Se trata de Alyscamps, una necrópolis, que supera la dimensión física del tiempo y el espacio, caracterizada por una avenida flanqueada de sarcófagos, de piedra o mármol, que se pierde en la lejanía.
Esta ciudad de los muertos evoca con su nombre a los míticos Campos Elíseos, el paraíso del más allá, en donde descansan las almas de las personas que han dejado una huella buena en este mundo. Alyscamps ha sido el cementerio de numerosas culturas y civilizaciones, primero paganas y luego cristianas, que se remontan al siglo IV a.C., hasta el siglo XIII d.C. Este camposanto ya era conocido en tiempos de los galos.
Pero lo que llama la atención es que el trazado de esta avenida necrológica se corresponde con un tramo de la mítica Vía Aureliana. Esta importante vía, después de haber atravesado toda Provenza, y de Arlés, conectaba con la otra gran calzada romana del sur de las Galias, la vía Domitia, que penetraba en Hispania a través del Ampurdán, pasando seguidamente por Sant Pere de Rodes.
La necrópolis más famosa de la Europa antigua
Alyscamps no es un cementerio más; se trata de la gran necrópolis de la antigüedad, el lugar más codiciado del mundo occidental para buscar la paz en el más allá. Se cree que el mismo Carlomagno llegó a Arlés para dar aquí cristiana sepultura a los héroes de Roncesvalles. Durante los siglos medievales, este cementerio dependió de la célebre abadía de Saint-Victor, de Marsella, y a sus monjes le debemos las obras de restauración y ampliación que se llevaron a cabo. Las tumbas se alineaban a ambos lados de la transitada Vía Aurelia, como un homenaje también a los viajeros devotos que transitaban por ella, y luego a los peregrinos que hacían el Camino a Compostela, desde Arlés.
Cuando paseamos hoy por la vía Aureliana, entre la muda presencia de los vacíos sarcófagos de piedra o mármol, bajo la suave y dorada luz de los escasos rayos que logran atravesar el abigarrado bosque de castaños, plátanos, cipreses y hayas que envuelve el melancólico lugar, recordamos el fascinante mundo celta de los druidas, y también su agonía cuando los galos fueron masacrados por Julio César en la batalla de Alesia.
Esta necrópolis sirvió de fuente de inspiración a reconocidos poetas de todos los tiempos; recordamos a Dante Aliguieri, quien no dudó en trasladar escenas literarias al histórico cementerio, como escenario de una historia sobrecogedora, cuando describe la dramática caída de los templarios en su IX Canto del Infierno. También cobra vida en Alyscamps la leyenda medieval de “Orlando Furioso”, escrita por Ariosto, cuando narra el traslado del cuerpo de Orlando, tras su muerte en Roncesvalles, a este paraíso del inframundo.
Pero no fue una casualidad que este cementerio se construyera en Arlés, si recordamos que esta ciudad del occidente provenzal, fue la joya de la civilización romana y, por lo tanto, estaba excelentemente comunicada con las demás provincias del Imperio. Arelate disponía de todo cuanto necesitaba una ciudad para ser la capital imperial, y gran parte de ese vasto patrimonio se ha conservado hasta nuestros días, como podemos apreciar al visitar el anfiteatro, el foro, las termas, los jardines, acueductos, murallas, torres y demás instalaciones que hoy sorprenden gratamente al viajero.
En el cementerio de Alyscamps hay siete iglesias; si en cualquiera de ellas un sacerdote celebra la Eucaristía para los difuntos, o si un laico encargo una misa para ellos, o un clérigo recita allí el salterio, pueden estar seguros de encontrar cerca de Dios, en la resurrección última, a esos piadosos yacentes para ayudarles a obtener su salvación.
Pero el paso del tiempo no hizo palidecer la importancia de este sagrado lugar, si recordamos que, en el siglo XIX, siguió siendo fuente de inspiración para literatos y artistas; entre los cuales, queremos recordar a dos genios de la pintura expresionista: Vincent Van Gogh y Paul Gauguin; fue en noviembre del año 1888, cuando estos dos grandes de la pintura se encontraron en el mágico escenario de Alyscamps; eran amigos, pero, en lo artístico, enemigos irreconciliables. Los dos fueron a este cementerio, pero escogían lugares bien diferentes, para dar vida en sus lienzos a su poderosa creatividad. El primero utilizaba colores vivaces, pinceladas rabiosas que rayaban con la brutalidad; en cambio, la pintura de Gauguin era delicada y dulce. Una noche, Van Gogh trató de agredir con una navaja a Gauguin, y en seguida fue a su habitación y se allí se cortó la oreja izquierda en un ataque de locura. Pero la contribución que hizo Van Gogh a la cultura de Arlés se ha visto compensada con la creación de un centro cultural que lleva su nombre, cuya visita recomendamos, a pocos metros de Alyscamps…
Para saber más sobre esta histórica y monumental ciudad del mediodía de Francia, y también de su legendario cementerio, recomendamos el siguiente vídeo de mi canal “Conocer la historia oculta”:
Escribe tu comentario