Nos acercamos a la capital de los Emiratos Árabes Unidos, una urbe del golfo Pérsico de gran potencial económico, especialmente porque se trata de uno de los grandes productores de petróleo del planeta. Estamos en un destino de lujo, no apto para todos los bolsillos, aunque, por fortuna, también podemos visitarlo a través de medios alternativos como, por ejemplo, la lectura.
Abu Dabi combina la tradición con la más absoluta modernidad. Mientras en su línea del cielo lucen algunos de los rascacielos más altos del mundo, la esencia de la ciudad nunca pierde el vínculo con sus tradiciones culturales y religiosas más arraigadas. Su paseo marítimo, de cerca de ocho kilómetros, es uno de esos lugares que piden ser recorridos plácidamente, tanto a pie como en bicicleta en las áreas exclusivas para las dos ruedas. El lugar está lleno de vida y de posibilidades: espacios de juegos infantiles, playas familiares, restaurantes, tiendas…
Sin embargo, nuestra visita a Abu Dabi tiene otro objetivo: queremos descubrir su Gran Mezquita, todo un símbolo de la ciudad. Su nombre original es Gran Mezquita de Sheikh Zayed, pues fue construida en honor al entonces presidente de los Emiratos Árabes Unidos, quien inició su construcción en la década de los noventa del siglo pasado. La obra finalizó en el año 2007, tres años después de su fallecimiento, por lo que nunca pudo verla acabada.
Como hemos visto, se trata de un edificio bastante nuevo que, en poco tiempo, se ha convertido en una construcción emblemática de este punto del planeta. Su belleza está a la vista y es indudable. La obra no escatimó en detalles y materiales, y el resultado es una auténtica y enorme joya islámica con más de ochenta cúpulas de diferentes tamaños, cuatro minaretes y un exquisito recubrimiento realizado con cerca de cien mil toneladas de mármol blanco, sobre el que lucen algunos mosaicos florales.
La Gran Mezquita de Abu Dabi permite a los visitantes acceder a su interior, también a los no musulmanes, tan solo se han de guardar ciertas normas de respeto, que pasan por cubrirse la cabeza, los hombros y las piernas. Acceder al interior de este magnífico edifico vale la pena, porque aquí el lujo y la decoración se escriben con mayúsculas. Vamos a encontrar imponentes lámparas de cristal de Swarovski y oro, candelabros, increíbles alfombras y, por supuesto, un diseño interior bellísimo.
Durante el día, los rayos del sol se reflejan sobre el mármol blanco de la Gran Mezquita de Abu Dabi. Cuando llega la noche, el imponente edificio se ilumina con un juego de luces que le proporciona una imagen casi mágica.
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