Visitamos Vietnam, un destino turístico fascinante lleno de gente hospitalaria y alegre. Playas, pagodas, ciudades repletas de vida y actividad y una rica variedad de increíbles paisajes hacen de este país un lugar ideal para disfrutar y saciar inquietudes viajeras.
Nos dirigimos al sur del país para encontrarnos con la antigua Saigón. Paseamos por Ho Chi Minh, una ciudad alegre y cosmopolita repleta de puntos de interés y una completa oferta gastronómica muy auténtica y tradicional, con algunas influencias de la cocina francesa y china, y animada por los numerosos puestos de comida callejera que se encuentran por todas partes. Con cerca de nueve millones de habitantes, esta urbe es el centro económico y cultural de Vietnam. Su actividad es tan intensa de día como de noche, con un ambiente nocturno que también ofrece múltiples opciones para disfrutar de la ciudad.
El centro de Ho Chi Minh cuenta con numerosos punto de interés: la catedral de Notre-Dame, la oficina central de Correos –un edificio diseñado por el estudio de Gustave Eiffel-, el palacio de la Reunificación o el mercado Ben Thanh, entre otros. Sin embargo, nuestro destino se encuentra en el distrito nueve de la ciudad, es decir, algo alejado del centro, concretamente a unos 20 kilómetros. Está ubicado en una zona que aún conserva su estructura y ambiente rural, quizás por ese motivo la pagoda Buu Long, nuestra protagonista, no es un templo demasiado conocido. Sin embargo, su belleza bien merece una visita.
No es un edificio muy antiguo. Se construyó a mediados del siglo pasado sobre una pequeña colina y está considerada una de las pagodas budistas más impresionantes y hermosas del mundo. Se encuentra junto al río Dong Nai, posee un pequeño lago semicircular y una fuente y está rodeada de un bonito jardín cuajado de árboles. El conjunto es sencillamente magnífico.
La pagoda Buu Long posee una línea arquitectónica con claras influencias de la cultura tailandesa. Cuenta con un templo principal, además de otros pequeños templos, el hogar de los monjes, la casa de huéspedes y diferentes salas de meditación. Su estupa central supera los 50 metros de altura y posee un llamativo color dorado. Una de las actividades más apasionantes es subir a lo alto de la pagoda y disfrutar de las impresionantes vistas del entorno. Además, resulta fascinante pasear por su gran jardín o sencillamente disfrutar del ambiente sereno y plácido que se respira en este lugar y que solo es alterado agradablemente por el sonido de los rezos de los monjes.
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