​Fernando de Noronha: paseando por el paraíso

Nuestro destino se encuentra en Brasil. Llegamos a ritmo de samba y con una sonrisa, atuendo que no nos quitamos a lo largo de toda nuestra estancia, porque este país es vital, alegre y muy animado. Imposible no contagiarse del entusiasmo de su ambiente. Brasil está repleto de lugares interesantes, comenzando por la Ciudad Maravillosa, que es como se conoce popularmente a Río de Janeiro, una urbe cosmopolita repleta de grandes zonas de selva tropical en pleno centro urbano, conviviendo hábilmente con enormes avenidas, edificios y cientos de automóviles. 

El lugar que buscamos se encuentra bastante alejado de este popular destino. Recordemos que el país que visitamos es de grandes dimensiones, y entre Río y Pernambuco, el estado al que nos dirigimos, median unos 2.000 kilómetros, aproximadamente. De cualquier forma, la mejor manera de llegar a nuestro destino es en avión desde ciudades como Recife o Natal, ya que se encuentra a cientos de kilómetros de la costa continental brasileña. 

Nuestro objetivo es llegar a Fernando de Noronha, un hermoso archipiélago volcánico compuesto por 21 islas e islotes, de las que solo una está habitada, mientras que las 20 restantes han sido declaradas Parques Naturales Marinos. El archipiélago es un pequeño paraíso que se encuentra en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Posee un paisaje de ensueño: aguas cristalinas, playas de fina arena, grandes rocas abrazadas por el Atlántico y un rico ecosistema marino. Una de las actividades más fascinantes de este lugar es el buceo entre tortugas gigantes, peces de mil colores, delfines, rayas y preciosos arrecifes coralinos. Excursiones en barco o practicar surf son otras de las atractivas propuestas de este paradisíaco punto del planeta. 

La isla principal, y única habitada, recibe el mismo nombre del archipiélago y es un espacio que conserva toda su esencia gracias a la ausencia de grandes edificaciones y macro construcciones que pudieran romper la armonía natural del lugar. 

Las aguas de Fernando de Noronha están salpicadas de grandes rocas de origen volcánico con formas espectaculares que otorgan al paisaje un aspecto fascinante. Es el caso del Morro do Pico, el punto más elevado de la isla que se presenta ante nuestra vista emergiendo del océano. 

La bahía dos Porcos es otro de los rincones espectaculares de la isla. Coronada por dos grandes rocas, sus aguas son tranquilas y el paisaje enamora. 

Según datos históricos, Américo Vespucio, navegante y explorador del Nuevo Mundo, fue la primera persona que pisó este archipiélago. Se cuenta que al desembarcar en la isla sus primeras palabras fueron: ‘El paraíso es aquí’. Afortunadamente, quinientos años después de su llegada, las islas de Fernando de Noronha siguen siendo un paraíso gracias a las medidas gubernamentales enfocadas a preservar las maravillas naturales que encierran.