Nos dirigimos a la capital y la ciudad más poblada del estado mexicano de Yucatán. Nuestros pasos nos llevan hasta Mérida, en el sureste del país, un lugar repleto de tradición y de historia, con un pasado maya en el que también se aprecian las huellas de las construcciones coloniales de los españoles. De hecho, el centro histórico de Mérida es realmente encantador, por lo que parece buena idea recorrerlo y descubrir su ambiente y su bonita arquitectura antes de iniciar nuestro camino hacia el destino que realmente nos ha traído hasta aquí.
Mérida está a poco más de una hora de trayecto de una de las grandes joyas arqueológicas que alberga este territorio. Hablamos de las imponentes ruinas de Uxmal, una ciudad que tuvo su época de mayor esplendor entre los años 600 y 900 d.C., y que en la actualidad cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Esta zona es el espacio más representativo de la región de Puuc, de la que nace el conocido estilo arquitectónico homónimo, uno de los más importantes de la cultura maya. Entre las edificaciones más importantes destacan el palacio del Gobernador, el Cuadrángulo de las Monjas, la Casa de las Tortugas y nuestra gran protagonista: la pirámide del Adivino.
Esta pirámide, también conocida con los nombres de pirámide del Mago, del Hechicero o del Enano es la construcción más espectacular y relevante del lugar. Se construyó entre los siglos VI y X. Según una antigua leyenda, el gran edificio fue construido por un hechicero en una sola noche, de ahí el nombre por el que ahora conocemos a esta joya arquitectónica.
La pirámide del Adivino posee una altura de más de 30 metros y su forma ovalada y su superficie lisa la convierten en un ejemplar único en este territorio. El gran edificio cuenta con cinco templos, situados en diferentes alturas que se corresponden con estructuras realizadas en diferentes épocas. Al más alto, el que corona la pirámide, se puede llegar si nos animamos a subir sus 150 escalones. En el vertiginoso ascenso vamos a encontrarnos con un buen número de máscaras que representan al dios Chaac, divinidad maya de la lluvia y los truenos.
La magnífica ciudad maya de Uxmal permaneció totalmente olvidada hasta el siglo XVIII, momento en el que fue descubierta por el historiador Diego López de Cogolludo, misionero franciscano de la península de Yucatán.
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