Erika e Iván sabían que no solo querían viajar, su gran pasión. Querían ir un poco más allá y llegar a vivir recorriendo el mundo. Lo consiguieron. Han diseñado su propia vida de forma diferente, aventurera, nómada. Trabajan desde cualquier punto del planeta y gestionan su tiempo sin presiones, ni prisas, ni imposiciones, disfrutando de todo lo que les rodea. Esta pareja de Barcelona ha logrado reunir la libertad necesaria para comprender que un sueño puede hacerse muy real.
Su inconformismo, su fascinación por descubrir otras culturas y por dejarse sorprender por una aventura nueva cada día están plasmadas en su proyecto: Viviendoporelmundo.com
Un buen día decidisteis dejar vuestros trabajos estables para lanzaros a la aventura de emprender una vuelta al mundo. ¿Cómo se toma una decisión tan contundente y de qué forma cambió vuestras vidas?
Fue una decisión cocinada a fuego lento, un proyecto que fue tomando forma a lo largo de 3 años. Antes de conocer a Erika, ambos habíamos viajado de mochileros y nos motivaba tener esa inquietud por conocer mundo y vivir experiencias de todo tipo... pero no sabíamos cómo sería nuestra relación estando en ruta. En 2012 hicimos nuestro primer viaje juntos a Vietnam y fuimos tan felices que nos dimos cuenta de que estábamos hechos para viajar juntos.
Al año siguiente queríamos algo diferente a unas vacaciones clásicas, por lo que hicimos un voluntariado en Senegal, donde ayudamos en un orfanato y también a limpiar las playas... pero un mes nos seguía pareciendo poco para nuestras almas viajeras. De hecho a esas alturas ya habíamos empezado a ahorrar para un supuesto año sabático.
Pero cuanto más dinero ahorrábamos, más ambiciosos nos volvíamos. ¡El proyecto del año sabático se nos estaba quedando pequeño antes de iniciarlo! Al final nos tomamos excedencias indefinidas para no tener fecha de vuelta obligatoria. Queríamos volver a casa cuando nos dictara el corazón (o la billetera) y no antes.
El resultado fue una vuelta al mundo de más de 2 años. ¡Lo mejor que hemos hecho en nuestra vida! No sólo por lo que vivimos en el viaje, si no porque fue el germen de una reinvención profesional que nos ha llevado a una vida más libre (como podéis intuir, no volvimos a nuestros antiguos trabajos).
Actualmente, vais un paso más allá del concepto de viajar, porque realmente habéis decidido dedicaros a vivir por el mundo. Contadnos qué diferencias marcáis con la clásica figura del viajero.
Hace unos años que se puso de moda eso de “¿eres turista o viajero?”. Siendo exagerados y para entendernos, el turista era el que hacía unas vacaciones cortitas al año y se gastaba sus ahorros del año en un viaje organizado (a menudo caro) donde veía cuantos más lugares mejor, sin realmente vivirlos.
El viajero era más bien tirando a mochilero, un viajero de largo plazo que recorría mundo sin tanto presupuesto, alojándose en albergues donde conocer a otros viajeros. Es lo que sucede cuando viajas más de un mes y no tienes prisa por verlo todo en un par de semanas: vives más cada sitio en el que estás, te integras más en la vida local y las atracciones turísticas pasan a un segundo plano. El viaje pasa a ser algo más espiritual e interior. O así es como veíamos nosotros esta comparación.
En nuestro caso somos totalmente de la segunda clase de viajeros. Así fue en el primer año de nuestra vuelta al mundo, en el que recorrimos con nuestras mochilas Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Peru, Ecuador, Mexico y Hawaii.
Pero en nuestro segundo año, al llegar al Sudeste Asiático, la cosa fue más allá. Soltamos el pie del acelerador y abrazamos el slow travel, ya que mochilear de un lado a otro durante 12 meses es enriquecedor pero agotador. También empezábamos a formarnos en empleos digitales, por lo que necesitábamos más tiempo para estar frente al portátil. Y así empezamos a pasar más tiempo en cada lugar: vivimos 2 meses en Chiang Mai (Tailandia), 2 meses en Bali (Indonesia), 5 meses en la isla de Langkawi (Malasia), 5 meses en Sri Lanka... Sin darnos cuenta, acabamos haciendo honor al nombre de nuestro blog: Viviendo por el Mundo.
Y vivir por el mundo (en vez de simplemente viajar), ahora mismo es la forma de viajar que más nos gusta. Ir a un lugar para vivir varios meses y trabajar remotamente desde allí durante un tiempo, conociendo a fondo el país, sus gentes y haciendo nuevos amigos viajeros.
Sois unos auténticos nómadas digitales. Trabajáis en cualquier punto del planeta y cualquier rincón del mundo se convierte en vuestro hogar temporal. Suena muy atractivo, pero, ¿cuántos esquemas habéis tenido que romper para lograrlo?
Ha sido un camino largo y difícil, pero lo hemos conseguido gracias a nuestra insistencia y a estar súper motivados para conseguir este estilo de vida. Sin duda es algo por lo que merece la pena luchar. Estamos acostumbrados a ir contracorriente, y eso hace que consigamos cosas que la mayoría de gente no consigue, pero también hemos tenido que renunciar a cosas que todo nuestro entorno daba por sentadas. Por ponerte un ejemplo, durante los tres años que estuvimos ahorrando no pudimos hacer muchas de las cosas que nuestros amigos solían hacer: salir a cenar, ir de vacaciones, comprar como locos en Navidad... para ahorrar en tiempo récord, tuvimos que llevar una vida muy austera, algo difícil en un mundo consumista.
También fuimos contracorriente cuando dejamos nuestros trabajos estables (nuestras familias se pusieron las manos a la cabeza) y nos gastamos nuestros ahorros en mochilear por el mundo en vez de usarlo para la entrada de un piso como todo el mundo en ese momento.
Estando de viaje también nos sentíamos al revés del mundo cuando veíamos a la gente de vacaciones disfrutando en los chiringuitos por todo lo alto, y nosotros teníamos que ir a un supermercado a comprarnos una lata. O cuando en Asia nos pasamos meses cenando noodles instantáneos que valían sólo 20 céntimos, ya que se nos estaba acabando el dinero y no queríamos regresar.
Ya de vuelta a Barcelona, casi sin ahorros y con un negocio en pañales que aún no nos alcanzaba para vivir en España, fuimos fuertes y no volvimos a los trabajos de siempre, eliminando gastos innecesarios y volviendo a vivir unos meses en casa de nuestros padres... hasta que por fin conseguimos vivir exclusivamente de los ingresos de nuestras webs y pudimos volver a emanciparnos con treinta y tantos. Desde entonces nunca hemos dejado de formarnos, mejorar, probar cosas nuevas, invertir y crecer. También hemos pasado por crisis. En este mundo digital hay que estar siempre proactivo y adaptándose al cambio. Visto así todo junto, creo que algunos esquemas sí hemos roto, je, je.
Contadnos cómo es vuestro día a día y cómo compatibilizáis el trabajo con el disfrute del viaje.
Nuestro día a día durante la vuelta al mundo cambió mucho del primer año al segundo. Los primeros 12 meses, en América, éramos unos viajeros que a ratos encendían el portátil para escribir las crónicas de viaje del blog. El viaje era más importante que el trabajo (porque éste todavía era un hobby).
En Asia en cambio, en ocasiones nos tirábamos todo el día trabajando en nuestra habitación y sólo salíamos por la tarde a pasear o ver la puesta de sol antes de cenar. En Tailandia en ocasiones trabajábamos más de 10 horas al día frente a la pantalla. Pero quizás a la semana siguiente no encendíamos el ordenador durante varios días porque había venido algún familiar a vernos y estábamos de ruta. Es la flexibilidad que nos daba trabajar online.
Actualmente podría decirse que somos semi-nómadas: nos pasamos la mayor parte del año en Pineda de Mar, un pueblecito costero a 50 km de Barcelona que nos permite estar cerca de la familia y trabajar desde casa con todas las comodidades. Estos últimos años, entre que hemos sido padres y la pandemia, no hemos podido hacer grandes viajes. Pero cuando podemos, cogemos la mochila y nos vamos a vivir por el mundo con nuestros portátiles a cuestas.
¿Cuándo sabéis que ha llegado el momento de cambiar de ubicación? ¿Cómo decidís el siguiente destino?
En Latinoamérica hicimos más o menos un mes por país, pero si una vez allí estábamos a gusto en un hotel o habíamos hecho nuevos amigos, no teníamos problema en quedarnos más días. Eso sí, nuestras ansias de conocer el próximo destino nos empujaban siempre que se podía a seguir adelante.
En Asia estás más limitado por los visados. Tienes que tramitarlos y es engorroso, por lo que te obliga a planificar un poco más. Por eso nos sacábamos los visados de 2 meses siempre que se podía, para no tener que estar luego haciendo extensiones o estar obligado a salir y volver a entrar en el país.
Pero también hubo momento para la improvisación. En Chiang Mai, Tailandia, estuvimos 2 meses trabajando y viviendo y había sido algo planeado. Pero luego en Malasia nos quedamos 5 meses en Langkawi sin tenerlo previsto. Nos enamoramos de una guesthouse donde conocimos a gente extraordinaria, y eso hizo que nos instaláramos durante meses. ¡Nos encanta dejarnos llevar!
¿En qué lugares habéis permanecido más tiempo y cuáles os han gustado especialmente? ¿Habéis llegado a pensar en fijar vuestra residencia en alguno de ellos o esa idea nunca entra en vuestros planes?
Argentina nos marcó por la calidez de su gente y por la cercanía que tienen con los españoles. Allí estuvimos casi 2 meses. El mismo tiempo que pasamos en Hawaii, trabajando en un food truck de fruta, practicando inglés y surfeando. La isla de Maui es uno de los lugares más bellos que hemos visto, pero todo es muy caro.
Tailandia es una auténtica pasada, y lo recomendamos como primer país del sudeste asiático para visitar (si no has ido nunca a Asia, es súper cómodo). Lo malo es que es muy turístico y a veces está sobreexplotado. En Malasia estuvimos mucho tiempo también, pero creemos que otros países vecinos son más espectaculares. Luego también estuvimos dos meses en Bali, la isla hindú de Indonesia. Tiene una magia que no se puede explicar, aunque también millones de motos y coches que la vuelven caótica y la alejan de nuestra vida ideal.
En Sri Lanka terminamos los 5 últimos meses del viaje, y aunque es un país precioso, después de haber estado más de 2 años en ruta y haber visto de todo (y también por estar pensando ya más en convertirnos en nómadas digitales que en el viaje), no lo exprimimos todo lo que podíamos.
Resumiendo: como lugar sorprendente para visitar, Hawái. Como lugar al que volveríamos para vivir un tiempo, Tailandia. Y si puede ser una islita, mejor.
En cuanto a fijar nuestra residencia en otro lugar, al principio no lo descartábamos pero al final nunca ha acabado sucediendo. Hemos vivido en diferentes países pero siempre menos de un año y con visado de turista. Y especialmente hoy en día, con uno más en la familia, preferimos tener residencia en nuestro país e ir haciendo viajes (tanto largos y cortos).
¿Algún destino al que no volveríais?
Nos han hecho muchas veces esa pregunta, pero la verdad es que nos han gustado absolutamente todos los países que hemos visitado. Lo que sí no volvería es a algún hostal cutre y sucio de los que hemos ido a parar. Cuando viajas tan low cost a veces te la juegas, je, je. ¡Un momento! De hecho sí hay un destino del cual casi salimos huyendo: Moscú. Hicimos una escala larga en nuestro camino a Vietnam y teníamos 8 horas libres para visitar la ciudad. Fueron suficientes para tener 4 o 5 roces incómodos: con los agentes de inmigración, con las trabajadoras del metro. Cuando no nos entendían nos gritaban y nos echaban. Y eso pasaba casi siempre, porque nadie habla inglés. Ni siquiera la mujer que nos tenía que cambiar el dinero en el aeropuerto hablaba inglés (y supuestamente trata con clientes internacionales). Nunca nos habían tratado tan mal viajando, ni tantas veces en tan pocas horas. Erika acabó llorando y yo me reía por lo surrealista de la situación. Pero no descarto volver algún día, quizás para iniciar una aventura en el Transiberiano, algo que siempre hemos tenido en mente.
En vuestro blog –viviendoporelmundo.com- nos animáis a seguir vuestra filosofía de viaje y de vida. ¿Qué requisitos básicos debemos cumplir para conseguirlo? ¿Todos podemos lograrlo?
Por supuesto todo el mundo debería poder lograrlo, pero hace falta tener mucha ilusión y algo de valentía. Si es para embarcarse en un largo viaje, hay que tener valentía para dejar a tu familia o dejar un trabajo estable, por ejemplo. Aunque la situación de cada uno es diferente y cada uno conoce la suya, no es menos cierto que la mayoría dicen “yo si pudiera también me iría a viajar por ahí”, pero luego no hacen nada en esa dirección para que suceda, y luego llegan las barreras que a menudo nos auto-imponemos.
Hay gente que tiene hijos y piensa que eso ya no le permite viajar, pero hay decenas de blogueros que demostramos todo lo contrario. Hay gente que tiene trabajos en los que se gana bien la vida, y no están dispuestos a perderlos por cumplir un sueño. No todo el mundo está preparado para arriesgar y salir de la zona de confort. La mayoría prefieren el “malo conocido” y nunca llegan a luchar por materializar ese sueño loco.
Dejando los viajes a un lado, si te refieres más a la transformación de reinventarse profesionalmente y formarse en un empleo digital, ahí hay que tener aún más valentía. Valentía para invertir tiempo y dinero en hacer funcionar ese proyecto que te pueda brindar una vida más libre. Es una apuesta que puede salir bien o no. Las estadísticas dicen que por el camino la mayoría se estrellan. El problema está en que muchos no se lo toman suficientemente en serio: ser nómada digital no es ver cuatro vídeos para saber crear una web y vivir de Internet, o abrir un canal de Youtube y forrarse de la noche a la mañana. Simplemente es un estilo de vida al que puedes acceder gracias a formarte en determinadas profesiones digitales, ya sea por cuenta ajena, como freelance o emprendiendo y montando una empresa.
Uno debe tomárselo como el que invierte parte de tu vida en estudiar una carrera y buscar un trabajo relacionado. Por eso hay que elegir bien con quién formarse, y estar dispuesto a invertir miles de euros en formación y en hacer crecer tu proyecto. Nadie te asegura que puedas vivir del mundo online, pero tampoco la universidad te asegura trabajo cuando salgas. Ni en un lado ni en otro hay milagros.
¿Ha frustrado la pandemia algunos de vuestros planes? ¿En qué punto del planeta estabais cuando comenzó todo y cómo afrontáis la situación en el momento actual?
La pandemia nos pilló en casa, pero sí, ha frustrado muchísimos planes, tanto de viaje como de vida. Tras haber estado un mes en Tenerife, el que fue nuestro primer viaje con un bebé, estábamos preparando nuestro primer viaje de aventura en familia a Marruecos. Pero luego llegó el confinamiento y todo se torció.
Nuestros ingresos dependían en mayor medida del sector de los viajes, y la crisis económica se cebó con nosotros. Hemos sobrevivido a base de ahorros, por lo que todos los proyectos e inversiones que teníamos en mente tendrán que esperar.
Gracias a dios poco a poco todo va reviviendo el tema y volvemos a recuperar una parte de la actividad en el blog. Y la pandemia también nos ha permitido tener más tiempo para formarnos y diversificar el negocio, creando otras webs de temáticas no relacionadas con los viajes, y ofreciendo otros servicios digitales como el de Community Manager. ¡Renovarse o morir! No hay mal que por bien no venga.
Viajar supone un aprendizaje constante. ¿Qué cosas os ha enseñado –y os sigue enseñando- recorrer el mundo?
Viajar es una inversión en uno mismo brutal, una inyección de felicidad que todo el mundo merece darse. El hecho de descubrir lugares nuevos, vivir aventuras de todo tipo, conocer otras culturas y forjar nuevas amistades te hace estar vivo y tu cuerpo y mente lo agradecen. Y por supuesto al conocer realidades tan diferentes, uno se vuelve más sabio y más respetuoso. Te aporta tanto conocimientos como valores. Quizás te hace mejor persona. Cuando estamos viajando, a menudo la gente local nos trata tan bien que nunca dejamos de admirar la alegría que desprenden sociedades tan diferentes a la nuestra, donde siempre tienen una sonrisa para regalar a un desconocido. Y por supuesto esperamos que nuestro hijo también aprenda mucho viajando y descubriendo mundo al mismo tiempo que nosotros. ¡Qué ganas tenemos de viajar en familia!
¿Cuál será vuestro próximo destino?
Nuestro viaje de 15 días por Marruecos sigue pendiente, pero después de tanto tiempo sin viajar se nos antoja demasiado corto, así que ya estamos planeando hacer un viaje de varios meses por el Sudeste Asiático, establecernos en algún lugar tranquilo donde poder trabajar y que nuestro hijo pueda relacionarse y conocer a otros niños. Hemos pensado en destinos como Koh Phangan, una isla de Tailandia donde hay mucho movimiento de familias nómadas digitales. Pero no descartamos otros destinos como Filipinas, que aún no hemos visitado. ¡El tiempo y el Covid dirán! Por supuesto, iremos compartiendo nuestra nueva vida como familia viajera en nuestro blog ViviendoporelMundo.com ¡Os esperamos!
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