Nos acercamos a un país repleto de aspectos interesantes y poco conocidos. No es el típico destino turístico. Es un punto de Asia que resulta especialmente atractivo para los viajeros que buscan inspiración en lugares diferentes, alejados de lo convencional. Estamos en Pakistán, un punto del planeta en el que despuntan altas montañas, desiertos, lagos y, en general, unos paisajes que quitan el aliento. Además, aquí conviven numerosos grupos étnicos que han sabido conservar sus tradiciones milenarias.
Los pakistaníes son amables y acogedores. Lucen orgullos sus tesoros arquitectónicos y sus monumentos históricos. También sus joyas naturales. Precisamente, uno de sus parajes increíbles es nuestro objetivo: el valle de Hunza.
El valle del río Hunza está abrazado por espectaculares montañas y ubicado al norte de Pakistán, a algo menos de 600 kilómetros de Islamabad, la capital del país. En el pasado, el recóndito lugar salió a la luz gracias a ser un punto cercano al paso de la conocida Ruta de la Seda.
Los habitantes del lugar son hospitalarios y acogen al visitante con una sonrisa. Curiosamente, son gentes que poseen una piel y unos ojos de tonalidad clara, aspectos que destacan por no ser características habituales en este punto del mundo. Se dice de ellos que son muy longevos (muchos llegan a ser centenarios) y que poseen la fuente de la eterna juventud, ya que, en general, mantienen una buena forma física, no suelen enfermar y su aspecto es realmente saludable.
El valle de Hunza lo encontramos rodeado de algunas de las montañas más altas del mundo. Muchas de ellas superan los 6.000 metros de altura. Este punto de Pakistán enamora con su especial paisaje bañado por el río que da nombre al valle y cuyas aguas lucen un azul espectacular.
Existen muchos puntos de parada en el valle. Uno de ellos es la fortaleza de Baltit, una construcción del siglo XIII que ha sido la residencia de los reyes de Hunza hasta mediados del siglo XX. Se levanta sobre terrazas de tierra en Karimabad, la antigua capital del valle. Este palacio de piedra y madera también nos permite visitar su interior.
Sin duda, el valle de Hunza es un auténtico paraíso natural habitado por gentes increíbles. Además, es un territorio ideal para la práctica de numerosos deportes y actividades al aire libre: montañismo, natación, senderismo, excursiones…
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