Nos acercamos a uno de esos lugares del planeta en los que la desconexión es mucho más que una sensación, un destino que es recomendable conocer antes de que siga ganando popularidad, un territorio que esperamos que pueda mantener su belleza ahora que ya ha está siendo descubierto por el turismo.
Nuestro destino se encuentra en México y es uno de esos puntos del mundo que se mueven lentos y que nos proporcionan calma a través de sus paisajes idílicos. Visitamos Holbox, un sugerente rincón donde todo nos invita a dejarnos llevar por la placidez del ambiente.
A menos de 150 kilómetros de Cancún, destino turístico por excelencia, la isla de Holbox es un remanso de paz que nos invita a pasear descalzos por sus calles aún sin asfaltar y mecidos por un ambiente algo bohemio. Aquí puede resultar complicado localizar un cajero y, en ocasiones, la luz va y viene, pero a cambio en el lugar abundan las playas de fina arena, los flamencos, los mercadillos, las pintorescas casas con techos de paja y el arte callejero, cuyas muestras podemos ver en muchas de las fachadas de los hogares de Holbox.
Esta isla todavía forma parte del México más desconocido y sus habitantes conservan un sentido ecológico muy pronunciado. Al fin y al cabo, no hace tanto que era tan solo una pequeña zona de pescadores. Holbox nos ofrece bellísimos avistamientos de aves y de tiburones ballena y es una isla incluida dentro del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam.
Yum Balam es un espacio natural costero que recibió especial protección gracias a la iniciativa de los pobladores mayas. Se encuentra al norte de Quintana Roo y sus aguas acogen la mayor concentración de tiburón ballena del mundo, además de ser el hogar de una gran diversidad de fauna marina.
Seguimos paseando por Holbox y nos acercamos hasta la playa de Punta Cocos, una de las más paradisíacas de la isla (aunque las demás no se quedan atrás en este aspecto). Se encuentra a unos dos kilómetros del principal núcleo de población y una de las formas más divertidas de llegar hasta ella es en bicicleta.
Esta playa luce unas aguas tranquilas de color turquesa y muy poca profundidad. El paisaje es bastante virgen y poco masificado. La sensación de estar alejados de cualquier rastro de civilización es fascinante, aunque ese aspecto también nos deje sin cobertura en nuestros teléfonos móviles. Por cierto, llegada la noche, si hay suerte, podemos observar algún bonito espectáculos de bioluminiscencia, un fenómeno natural que se da gracias a una reacción química que produce luz que se genera en algunos organismos vivos, en este caso del hábitat marino.
Sin duda, Holbox es un lugar encantador y el destino ideal si nuestra intención es alejarnos de la locura del día a día. Su ambiente tranquilo es el bálsamo perfecto para recuperar la calma perdida, aunque esta isla también nos propone actividades en contacto con la naturaleza para que el aburrimiento no tenga motivos para venir a nuestro encuentro.
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