Punta Tombo: la colonia de pingüinos de Magallanes más grande del mundo

Visitar la Reserva Natural de Punta Tombo es una auténtica aventura patagónica, donde se combinan elementos que hacen que sea una experiencia memorable: el agreste paisaje de la estepa patagónica, el azul del océano Atlántico y la impresionante fauna autóctona. Ubicada a 110 kilómetros de la ciudad de Trelew, en la provincia de Chubut, Punta Tombo es la colonia continental de pingüinos de Magallanes más grande del mundo. Los pingüinos llegan cada año a esta reserva a preparar sus nidos, curiosamente, los mismos donde viven cada año. La llegada de cientos de miles de ejemplares se produce desde septiembre hasta abril.

En el mundo existen 17 especies de pingüinos, todos en el hemisferio sur, siendo el más septentrional el pingüino de Galápagos y el más meridional, el pingüino Emperador que habita al interior del continente Antártico. El pingüino de Magallanes se puede encontrar desde Tierra del Fuego hasta Brasil (por el océano Atlántico) y Perú (por el océano Pacífico). Estos lejanos destinos son alcanzados después de una migración hacia aguas cálidas de más de 6000 kilómetros. Muchos asocian a los pingüinos con lugares de climas helados, sin embargo, el de Magallanes, el de Humboldt, el Sudafricano y el de Galápagos son cuatro especies del mismo género a las que se denomina “pingüinos de aguas templadas”.

La primera mención del pingüino de Magallanes fue consignada en 1520 por el cronista del viaje de Fernando de Magallanes, el italiano Antonio Pigafetta, quien lo describió como “un ganso silvestre”. Se cree que el pingüino fue en un pasado remoto un ave terrestre voladora, emparentada con los petreles, que luego se acercó cada vez más al mar para encontrar alimentos. Así, dejó de volar y se adaptó a la vida acuática. 

La reserva de Punta Tombo, creada en 1979, se caracteriza por tener una franja costera de 3 kilómetros a lo largo de 600 metros de ancho. Si bien hay pingüinos durante todo el año, el mejor momento para visitar Punta Tombo es en los meses de verano en el Hemisferio Sur, (diciembre-marzo), ya que es la temporada cuando más ejemplares hay (puede llegar a tener hasta 400.000 ejemplares). Los pingüinos, considerados aves marinas, si bien tienen alas, no vuelan, ya que están adaptadas para nadar. Pasan la mayor parte de su vida en el agua e incluso duermen en ella. Son extraordinarios nadadores y pueden alcanzar una velocidad en el agua de 8 km/h. Su alimentación está basada en pequeños peces tales como anchoas, sardinas o pejerreyes. Sus grandes enemigos son los lobos marinos, las redes de pesca y la contaminación de los océanos. Pueden alcanzar una profundidad de hasta 80 metros.

El Pingüino de Magallanes, cuyo nombre científico es Spheniscus magellanicus tiene un tamaño medio de unos 35 a 50 centímetros y puede pesar unos 5 kilogramos.  Llegan a vivir hasta 20 años. Su cabeza es negra, con una franja blanca que parte del ojo, rodea los oídos y la barbilla, para juntarse en la garganta. Presentan plumaje negro grisáceo en el dorso y blanco en la parte delantera, con dos bandas negras entre cabeza y torso, la inferior en forma de herradura invertida. Los colores de su plumaje responden a una adaptación evolutiva, de modo que cuando nada sumergido, su dorso oscuro pasa desapercibido para quien observa desde arriba y del mismo modo, su torso blanco se mezcla con la luminosidad de la superficie confundiendo a los depredadores que acechan en aguas más profundas.

Las aves marinas en general tienen tendencia a la monogamia y los pingüinos no son la excepción. Las parejas que se unen para aparearse casi con seguridad volverán a encontrarse en los años siguientes. Están juntos durante la reproducción en los casi seis meses que les toca estar en tierra y se separan al migrar. A la siguiente primavera, los machos vuelven a vivir al mismo nido que ocuparon la temporada anterior y se reencuentran con las hembras. Según Marcelo Bertelotti, autor del libro “Pingüino de Magallanes: Embajador de la Patagonia”, esta costumbre se repite año tras año, pero curiosamente también existen los divorcios. Los pingüinos suelen cambiar de pareja después de un fracaso reproductivo y ésta es la explicación más aproximada para entender la causa de la separación. Casualmente alrededor del séptimo año aumentan los divorcios entre pingüinos. 

Los pingüinos adultos emiten sonidos para alejar a los extraños y atraer a su pareja, mientras que los pichones, con un piar silbante y continuando, piden alimento. A partir de la llegada de la primavera comienzan a llegar a la costa chubutense para poder aparearse y tener sus crías, (comienzan a nacer a partir de noviembre), donde se quedan hasta mediados de marzo, para luego emprender el viaje de regreso hacia el noreste de Sudamérica y cíclicamente regresar al año siguiente. Marcelo Bertelotti, en su libro, también menciona que “tienen una memoria cognitiva que les permite encontrar y volver a su nido que es un sitio diminuto del que se habían marchado la temporada anterior, luego de atravesar el inmenso mar”. 

El recorrido dentro de la reserva de Punta Tombo consta de un sendero de unos 3.500 metros a lo largo de la playa, donde es posible observar a los pingüinos en su hábitat, así como también ver sus nidos cavados en la tierra. Suelen estar bajo los arbustos las familias, pero también son de moverse mucho entre el mar y los nidos. Al visitar la reserva nos damos cuenta que caminamos entre pingüinos – literalmente – y verlos desde tan cerca es una experiencia encantadora. 

Hay que tener presente que está prohibido tocar a los pingüinos o molestarlos, ya que es una reserva donde precisamente se busca preservar y conservar su hábitat. Son animales indefensos, sin embargo, en circunstancias donde se puedan ver amenazados pueden defenderse con su pico, el cual es muy filoso.Se caracterizan también por estornudar a menudo para expulsar un líquido salado producido por una glándula que concentra la sal en el cuerpo.

Según la época del año, podemos ser testigos de la llegada de los pingüinos a la reserva, así como también observar su comportamiento. Durante agosto y septiembre, llegan los machos y hembras, dando lugar a la lucha territorial y el armado de nidos. En octubre se produce la incubación de los huevos, la cual dura entre 30 y 45 días. En noviembre se producen los nacimientos de los pichones. Durante el mes de diciembre, a medida que los pichones van creciendo, se produce una intensa actividad sobre la playa: las gaviotas y skúas acechan los nidos. En enero los pichones comienzan a salir del nido, mudando su plumaje e iniciando sus incursiones al mar. Durante el mes de febrero los ejemplares juveniles mudan su plumaje y ocupan las playas. En el periodo entre marzo y abril finaliza la muda de los jóvenes y los adultos comienzan a iniciar la migración hacia el norte del continente. Desde mayo hasta agosto también es posible observar pingüinos, ya que están constantemente en el mar alimentándose. 

Centro de Interpretación 

La reserva también cuenta con el Centro de Interpretación de Pingüinos, un espacio que cuenta con diferentes salas interactivas donde es posible conocer más acerca del pingüino de Magallanes, así como también de otros animales de la zona. La construcción de este espacio se destaca por ser “eco-friendly”, es decir que cumple con ciertos parámetros para que sea considerada una construcción amigable con el medio ambiente. Con la intención de generar la menor agresión posible al medio ambiente, el centro casino ha alterado la naturaleza de la reserva. 

La energía es solar. El centro no tiene lámparas y está iluminado por el sol. La muestra se ilumina naturalmente, aunque igualmente se cuenta con un sistema de energía. El agua que se utiliza en las instalaciones se junta a través de un aljibe, ubicado en el patio del Centro de Interpretación, llamado “Patio del Aljibe” y pasa luego a otros aljibes. Las aguas de desecho se recolectan en un sistema cloacal de decantación por filtrado que no va hacia el mar. Además, los materiales utilizados para la construcción del edificio, tales como el adobe, el ladrillo tradicional y otros materiales orgánicos prácticamente no provocan daños en el medio ambiente natural. 

La primera sala a la que se accede se llama “Sala de Territorio”. En ella hay una maqueta de Punta Tombo y se cuenta la historia de esta reserva. Luego se accede a la “Sala de Pingüinos”, donde se encuentra una escultura de un pingüino construida en mármol de Carrara. Hay dibujos del ciclo evolutivo del pingüino, hechos a plumín, donde se cuenta la vida de estos animales, desde que se forma el huevo hasta que muere y su proceso migratorio. Las otras tres salas son “Sala de Mar”, “Sala de Tierra” y “Sala de Conservación”. La “Sala de Mar” tiene muchos pingüinos colgados del techo, y abajo, un piso donde se imita el mar, su flora, fauna y el lugar en donde nadan los pingüinos. 

¿Cómo llegar a Punta Tombo?

Tanto en la ciudad de Trelew, como en Puerto Madryn, hay diferentes agencias de turismo que ofrecen excursiones diarias a Punta Tombo. Si optamos por ir en vehículo propio, podemos llegar desde Trelew viajando por la Ruta Nacional 25, hacia Rawson (asfaltada). A 7 kilómetros se encuentra el empalme con la Ruta Provincial 1 que nos lleva hasta Punta Tombo. La última parte del camino son 20 kilómetros de ripio, bien mantenidos en temporada. Como en todos los caminos de ripio, es necesario conducir con mucha precaución y no sobrepasar los 60 km/h. Desde Puerto Madryn se parte hacia el sur por la Ruta Provincial Nº 3 (asfaltada) en la misma dirección que para Rawson. Tras recorrer 70 kilómetros y habiendo pasado por la ciudad de Trelew, se llega al cruce con la Ruta Provincial Nº 1, de ripio. Desde allí y hacia el sur son 107 kilómetros más.