Visitamos el país escandinavo de las auroras boreales, los glaciares y los fiordos. Estamos en Noruega, ese punto del planeta que nos regala paisajes espectaculares y nos enamora -a pesar del frío- con su naturaleza salvaje y fascinante. En este territorio con alma vikinga se encuentra nuestro destino.
Vamos a pasear por una de las ciudades más bonitas del país: Alesund, un destino ideal para los amantes del buen bacalao, entre otros manjares del mar. La ubicación de la ciudad sobre pequeñas islas es uno de sus aspectos más hermosos, aunque no el único.
Alesund es una población “ave fénix”, ya que, de igual forma que el pájaro mitológico, también renació de sus cenizas tras el colosal incendio que se generó en 1904 en una fábrica de conservas y que arrasó por completo al entonces pequeño pueblo pesquero devorando sus tradicionales construcciones nórdicas de madera. La ciudad fue totalmente reconstruida con edificaciones de piedra y ladrillo, materiales que aseguraban su durabilidad.
Todo se diseño siguiendo un bello estilo modernista, corriente artística y arquitectónica que en aquellos momentos alcanzaba su máxima expresión en Europa. El resultado final es el que podemos ver en la actualidad y que ha convertido a Alesund una de las ciudades más bonitas de Noruega.
Si queremos ver en su conjunto y casi a vista de pájaro la armoniosa belleza de Alesund, nada mejor que animarnos a subir los más de 400 escalones que nos llevan hasta el gran mirador del monte Aksla. Desde su punto más elevado las vistas son espectaculares.
Otro de los atractivos de la ciudad es el canal Alesundet, en cuyas aguas se ven reflejados los edificios de Alesund creando postales increíbles. El canal atraviesa esta urbe noruega y proporciona a los aficionados al kayak la posibilidad de practicar este deporte en pleno centro urbano.
Alesund, como buena ciudad nórdica, posee un entorno natural fascinante. De hecho, es el lugar perfecto para dirigirse al imponente fiordo Geiranger, uno de los más espectaculares del país, incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Embarcarnos en un crucero hasta el fiordo es el broche final ideal para culminar de maravilla una visita a este punto de Noruega.
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