Nos dirigimos al interior de la Comunidad Valenciana, en el levante español. Buscamos una pequeña población situada en la provincia de Castellón, concretamente en la comarca del Alto Palancia, en pleno corazón de la sierra de Espadán, un bello Espacio Natural Protegido con mucho carácter.
Nuestro destino se llama Matet, un municipio de orígenes árabes en el que residen menos de 100 habitantes que disfrutan de un entorno privilegiado y un rico patrimonio cultural. El lugar es tan pequeño que solo cuenta con una farmacia. Al no existir ninguna tienda, los vecinos se surten de productos gracias al paso de ciertos vendedores que visitan la población de forma habitual. En Matet también nos encontramos con un amable restaurante de amplia terraza en el que se pueden degustar buenos productos gastronómicos, siempre aderezados con el exquisito aceite de oliva virgen de la localidad, un oro líquido que cultivan con orgullo en este punto del interior de Castellón.
Tan importante es el aceite en Matet que en la entrada principal del pueblo nos da la bienvenida un monumento que rinde homenaje a este producto artesanal, el principal protagonista agrícola de la población. El monumento consta de una antigua prensa y una gran piedra cónica, llamada ruejo, con la que se aplastaban las olivas.
El Ayuntamiento de Matet es uno de los primeros edificios que nos encontramos nada más llegar al municipio. Se encuentra en la entrada principal de la población, en la misma plaza en la que hemos descubierto el homenaje al aceite de oliva. Esta Casa Consistorial es relativamente nueva, ya que se remonta al año 1965. Es una construcción de aspecto bastante actual, con arcos y balcones.
A pesar de las reducidas dimensiones del pueblo, Matet posee un variado y rico patrimonio cultural y arquitectónico. En la plaza de la Iglesia se encuentra el templo principal de la población. Dedicada a San Juan Bautista, la iglesia es un imponente edificio con un alto campanario que destaca en el conjunto de la localidad.
Este templo parroquial del siglo XVII es un edificio enorme y austero que nos convence con el encanto de su sencillez.
Seguimos paseando por Matet, caminando por sus calles estrechas, muchas de ellas con una evidente inclinación, que nos invitan a subir y bajar sin prisas, plácidamente. En nuestro paseo, pronto damos con otro de los grandes símbolos de la localidad: la torre de vigilancia del Pilón.
El Pilón es una torre árabe del siglo XI que parece no perder detalle de la actividad de la población desde su ubicación en lo alto de una pequeña colina. Se encuentra prácticamente pegada al casco urbano del municipio, por lo que es sencillo divisarla. A poco que recorramos dos o tres calles nos encontraremos con ella.
Callejear por Matet es todo un placer. En nuestro camino vamos también a encontrarnos con algunas fuentes y pequeños surtidores de agua en rincones con encanto en los que nos reconfortará hacer una breve parada para saborear el paseo y respirar el aire limpio de la sierra de Espadán.
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