Macao es, probablemente, uno de los pocos sitios del mundo por los puedes pasear mientras escuchas un fado, hueles el incienso de los templos taoístas y te deslumbras por los neones de algunos de los casinos más importantes del mundo.
Lo cierto es que, para entender esta idiosincrasia, es importante señalar que la Región Administrativa Especial de Macao de la República Popular China (según reza su nombre oficial), fue administrada por el antiguo Imperio portugués desde mediados del siglo XVI hasta nada menos que finales de 1999, justo antes de que comenzara el milenio. A grandes rasgos, en aquellos tiempos podría considerarse una colonia europea en Asia.
La China de Ming “arrendó” Macao a los portugueses a modo de puerto comercial, y esta especie de contrato duró nada menos que 442 años en los que los portugueses estuvieron muy presentes en la cultura y la gestión del lugar.
Según la Declaración Conjunta sobre la Cuestión de Macao y la Ley Fundamental de Macao, debido a las circunstancias tan peculiares en las que ha vivido esta región durante casi medio milenio, se les concedió un alto grado de autonomía, dentro de la República Popular China, hasta, al menos, 2049, momento en el que se cumplirán cincuenta años desde su transferencia por parte de los portugueses.
Curiosamente,
Macao se ha convertido en una de las regiones más ricas del planeta. Según el banco mundial, su producto interior bruto per cápita por paridad de poder adquisitivo es superior al de cualquier país del mundo y, en 2006, se convirtió en el centro de juego más grande que alberga la tierra
Precisamente, esto constituye uno de los grandes contrastes, y también uno de los principales atractivos turísticos de la región: el juego. Especialmente durante los últimos años, hemos visto cómo los juegos de casino, tanto presenciales como online, iban ganando en diversidad, en tipos de juego y lo que es más importante: en número de jugadores.
La forma en que juegos como Blackjack, ruleta y baccarat, han pasado a formar parte de nuestro ocio en el día a día ha permitido que el sector del juego se consagre como uno de los más importantes del mundo, y Macao, junto con Las Vegas, se ha convertido en la capital.
Como decíamos, esta economía tan floreciente que alberga la región china se fundamenta en el turismo y en el juego. Mientras que en Hong Kong y en China continental el juego sigue estando restringido, Macao se ha convertido en la capital del juego no solo para turistas extranjeros, sino para los propios chinos. El crecimiento económico del país y el aumento de capacidad adquisitiva por parte de sus habitantes ha provocado un crecimiento espectacular de Macao durante los últimos años.
Pues bien, su evidente carácter chino mezclado con unas incuestionables influencias portuguesas, sumado todo a ello a la importancia del juego y los macrocomplejos de ocio hacen de Macao un destino imprescindible debido a su singularidad. Además, para aquellas personas que tengan pensado viajar a Hong Kong resulta particularmente tentadora una visita, pues se encuentra a solo 70 kilómetros al suroeste, en uno de los lados del río de las Perlas.
Macao es una de las joyas coloniales de Asia y, como tal, la suma de edificios de la época de administración portuguesa forma el
conjunto arquitectónico de origen europeo más antiguo de toda China. Esto llevó al centro histórico de Macao a inscribirse, a mediados de 2005, en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, convirtiéndose en el trigésimo primer lugar de Patrimonio Mundial en China.
El Palacio del Senado, la Iglesia de Santo Domingo (São Domingos), las Ruinas de San Pablo (São Paulo), la Fortaleza do Monte, el Faro da Guía o el Largo de Santo Agostinho componen algunos de esos lugares coloniales dignos de ver.
Y en el otro lado de la moneda, haciendo gala, precisamente, de ese contraste del que hablábamos previamente, nos encontramos con el templo de A-Má, un templo taoísta protegido también por la UNESCO. A-Má, también denominada Mazu, es una de las diosas taoístas más veneradas en el sur de China. El templo dispone de diferentes pabellones majestuosos, siendo el más impactante el que se dedica a la deidad mencionada.
Por último, aunque no menos importante, es muy recomendable visitar a Rúa da Felicidade (Calle de la Felicidad), justo detrás del Senado, una de las calles más bonitas y fotografiables de Macao. Aquellos que hayáis visto la película de Indiana Jones y el Templo Maldito la reconoceréis de inmediato.
Con esta típica calle china, de puertas y ventanas rojas que parecen haber estado ahí desde hace decenios, nos despedimos, no sin antes recordaros que es fundamental disfrutar de la gastronomía portuguesa y macaense antes de dejar Macao.
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