Al encuentro de la primavera en los jardines de Monet

En la región de Normandía, en Francia, nos espera nuestro destino. Visitamos una localidad situada en la margen derecha del río Sena, un lugar que reposa sobre una colina con aspecto de bello lienzo impresionista en el que habitan en la actualidad unos 500 habitantes.

Estamos en Giverny, donde el arte es una constante, un elemento que nos va saliendo al paso en todos los rincones de la población. El principal motivo de esta alegría artística hemos de buscarlo en el reconocido pintor Claude Monet, quien residió aquí junto a su familia durante 43 años de su vida, concretamente hasta su muerte en 1926. La presencia del artista, uno de los grandes exponentes del impresionismo, atrajo a numerosos artistas hasta este punto de Francia, convirtiendo a la localidad en una población especialmente emblemática en el ámbito artístico.

Muchos de estos artistas se alojaron en su día en el antiguo hotel Baudy, lugar encantador que se convirtió en espacio de reunión y de intercambio de ideas, mientras la inspiración iba y venía. El hotel cuenta con un bonito jardín en el que predominan las rosas y un espacio habilitado como estudio de pintura en el que los lienzos se llenaban de pinceladas en el pasado.

En Giverny todo gira en torno a la figura de Monet, a la casa en la que vivió y a los impresionantes jardines que la rodean y que fueron el principal escenario de sus trabajos pictóricos y su gran fuente de inspiración.

Los jardines de la casa del artista, diseñados y cuidados por él, se estructuran en dos zonas, una de las cuales se encuentra frente al hogar del pintor y su familia. Es un área repleta de los mil colores de las flores que lo forman: árboles frutales, rosales trepadores, margaritas, amapolas, narcisos, pensamientos…

El otro espacio es un delicado jardín acuático al más puro estilo japonés. Cuenta con un bonito estanque rodeado de flores, un puente y, por supuesto, numerosos nenúfares flotando plácidamente sobre el agua. Son los nenúfares que el artista inmortalizó magistralmente en su conocida serie de pinturas al óleo, donde aparecen estas plantas acuáticas que procedían de lugares tan lejanos como Egipto o algunos países de Iberoamérica.

Sin duda, salir al encuentro de la primavera en este lugar es una experiencia fascinante que combina arte, naturaleza e historia. Un espacio privilegiado en el que nos parece estar viendo a Monet en plena creación de una de sus singulares obras.