Visitamos China. A algo menos de 200 kilómetros de Shanghái se encuentra una de las ciudades más bellas y tradicionales del país: Hangzhou. Esta urbe, de más de 10 millones de habitantes, cuenta con un atractivo muy especial al encontrarse en la orilla de uno de los lagos más espectaculares del gran gigante amarillo: el lago del Oeste.
El lago del Oeste está declarado Patrimonio de la Humanidad. Este espacio natural ofrece mil postales, mil miradas, mil escenarios diferentes que dejan boquiabierto a quien lo contempla. A lo largo de la historia ha servido de inspiración a muchos artistas y en la actualidad sus paisajes son protagonistas de numerosas capturas fotográficas. Según cuenta una leyenda, este lago es en realidad una joya celestial que un día cayó del cielo.
Las aguas del lago cubren una superficie de más de siete kilómetros cuadrados por los que resulta un placer realizar paseos en barca respirando la tranquilidad y la paz del entorno. Sus orillas están alfombradas de coloridos y alegres jardines. Incluso en algunos puntos del lago también se dejan ver bonitos nenúfares flotando sobre el agua.
Pero el agua y los jardines no son los únicos elementos que destacan en este pequeño paraíso natural de la ciudad de Hangzhou. El lago del Oeste está salpicado de templos, puentes, pagodas y cuatro islas, tres de ellas artificiales. Algunos de los santuarios del lago tienen gran importancia religiosa, tanta que son sitios de peregrinación budista y en su interior suelen celebrarse ceremonias tradicionales de esta doctrina.
La pagoda Leifeng es otro de los atractivos del lago. Se encuentra en la zona sur y es una de las pagodas de bronce más antiguas de China, pues se remonta al siglo X. En este lugar se han encontrado gran cantidad de reliquias y objetos históricos: estatuas de Buda, monedas antiguas, figuras de jade… Contemplar las aguas del lago del Oeste desde esta pagoda es una experiencia que no defrauda.
No cabe duda de que el lago del Oeste es uno de los lugares más emblemáticos de Hangzhou. Por cierto, existe una forma muy especial de disfrutarlo y contemplarlo: cuando llega la noche el lago se llena de luces y música que acompañan delicadas coreografías de numerosos bailarines que parecen flotar sobre la superficie, un efecto que se consigue gracias a un escenario situado a unos pocos centímetros bajo el agua. El espectáculo es fascinante y nos asegura un magnífico broche final para nuestra visita a esta bonita ciudad china.
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