Una ruta sin igual por los Cayos de Florida

Una carretera que parece flotar sobre las aguas turquesas del Estrecho de Florida se convierte en un recorrido sin igual hasta Key West para todos los visitantes de los Cayos.

Casi siempre que alguien habla de un viaje a Florida, inmediatamente nuestra imaginación nos transporta al glamour y la diversión de la oferta básica de Miami, o a los fantásticos parques temáticos que nos esperan en Orlando. Pero el estado con la costa más extensa de los Estados Unidos tiene mucho más que ofrecer. Entre todo ello, una espectacular ruta a través de los Cayos de Florida que pretendemos dar a conocer.

Lo lógico para comenzar esta aventura sería llegar al Aeropuerto Internacional de Miami, por lo que una vez allí se nos plantea la primera cuestión: dirigirnos al Downtown Miami y sus imponentes rascacielos o tomar la dirección contraria hacia el oeste. Si decidimos alquilar un coche en el aeropuerto (algo casi obligado para nuestros planes), puede ser una buena idea la segunda alternativa, ya que de este modo estamos prácticamente a mitad de camino entre la ciudad y el Parque Nacional de los Everglades, el primer lugar donde podemos disfrutar de la naturaleza más salvaje antes de emprender el viaje a los Cayos.

En medio de la nada, el imponente Miccosukee Resort & Gaming indica el comienzo de los humedales y se presenta como una interesante parada en la que poder consumir algo mientras se pasea la vista por su gigantesco salón inundado por las luces y el bullicio que anuncia a los cuatro vientos una tentadora oferta enfocada a los amantes de los juegos de máquinas tragamonedas, con sus peculiares sonidos.

Llegados a este punto, basta con cruzar la carretera para disfrutar de la experiencia de navegar entre caimanes a bordo de un airboat de las múltiples empresas que se dedican a esta labor, contemplando la riqueza de su flora y fauna. Un par de horas pueden ser suficientes antes de tomar rumbo sur por la FL-997 hasta conectar con la US1 que recorre de punta a punta los Cayos.

Dejando atrás Homestead, tenemos la sensación de que abandonamos la civilización hasta que nuestro recorrido ya en la costa confluye con Key Largo, el primero de los cayos que encontramos en nuestro viaje. Desde este punto y hasta Key West (Cayo Hueso), la ciudad más turística y el punto final a nuestro itinerario, hay 102 millas que se pueden atravesar en poco más de dos horas.

Un viaje en coche a través del mar
Lo cierto es que lo más atractivo de nuestro recorrido es sin duda el propio viaje en sí. La sensación de inmensidad y paz que uno siente al conducir durante horas entre medias del Océano Atlántico y el Golfo de México es realmente indescriptible, algo que se vuelve aún más intenso cuando se cruza el emblemático Seven Mile Bridge (Puente de las Siete Millas), que se alza sobre el mar y que en su día fue el puente más largo del mundo.

A lo largo de nuestro camino cruzaremos varios islotes en los que se puede parar a tomar un refrigerio, aunque no mucho más se puede hacer. Eso a no ser que se desee practicar una jornada de pesca. En este caso, Islamorada podría ser el punto ideal.

Al final de nuestra ruta llegaremos a Key West, una de esas villas paradisiacas que en su mayor parte parece sacada de una película y en la que se respira el ambiente estadounidense más legítimo de todo el sur de Florida, algo no tan difícil teniendo en cuenta la población mayoritariamente latina del resto del territorio.

Allí es obligada la visita a la famosa casa-museo de Ernest Hemingway, plagada de gatos, o la foto junto al monolito que marca el punto más meridional de los Estados Unidos y desde el que dicen que en las noches sin luna y más despejadas se puede percibir el resplandor de las luces de La Habana, algo que se antoja más una leyenda que otra cosa.

No puede faltar un paseo por Duval Street disfrutando de sus comercios y bares, o disfrutar de los artistas callejeros que se dan cita cada atardecer en Mallory Square y presenciar la espectacular puesta de sol que a diario reúne a una legión de personas en sus terrazas y embarcaderos.

Como no podía ser de otro modo, a la hora de comer la mejor apuesta suele ser su amplia variedad de pescados. Se pueden encontrar buenos precios si se recorren los pequeños restaurantes que abundan en sus muelles.

Finalmente, una recomendación importante para llevar a cabo esta empresa es evitar en la medida de lo posible la época de huracanes. A pesar de los refugios, la experiencia de uno de estos fenómenos en una especie de islote en medio del mar y a casi tres horas de la península puede resultar realmente aterradora. Y aunque lo habitual es el completo desalojo en toda la región, las colas para salir a través de una única carretera de doble sentido se convierten en una auténtica tortura.