En el corazón de la siempre bella Sierra de Espadán nos espera un pequeño municipio que disfruta del abrazo de un paisaje espectacular. Frondosos bosques de alcornoques y pinos, vides y olivos tienen el privilegio de beber de un agua que goza de reconocida calidad y pureza. La importancia del agua en la localidad se remonta a siglos atrás y queda patente con la presencia de acueductos y numerosas fuentes: la del Cañar, la fuente Villanova o la de Almanzor, entre otras.
Paseamos por Almedíjar, una población situada en la comarca castellonense del Alto Palancia, un lugar repleto de encanto rural que en la actualidad disfrutan algo más de 200 habitantes. En este pueblo tranquilo y plácido conservan con orgullo muchos rincones que reflejan su memoria y sus tradiciones. De hecho, cuando paseamos por las estrechas calles de la población nos va saliendo al paso su pasado, su historia, su esencia… Judíos, árabes y cristianos dejaron aquí su huella.
El Arco del Castillo es uno de esos puntos en los que el visitante se para y contempla. Se encuentra en la zona árabe, en el centro de la población, y forma parte del recinto amurallado que defendía el núcleo urbano.
De época musulmana es el pozo, un pequeño retazo de historia que se encuentra en el interior de uno de los pocos restaurantes de la localidad, donde disfruta del cuidado y los mimos de sus propietarios. Es uno de los muchos pozos que en el pasado abastecían de agua a los habitantes de la población. El psicólogo Ángel Latorre, vecino de la localidad y estudioso de su historia, amplía detalles sobre esta joya en unas breves líneas que pueden leerse junto al pozo:
“El agua es necesaria para la vida. En la Almedíjar musulmana, además de las fuentes que abastecían de agua a la villa, en las casas del pueblo solían haber pozos, cuya extracción diaria de agua facilitaba la vida a las almedijanas y almedijanos.
El pozo donde tú estás ahora, era uno de ellos, pero éste, que ahora está dentro de un bar, entonces estaba dentro de un castillo. El castillo de Zeid Abu Zeit.
Este pozo abastecía al castillo y garantizaba la existencia de agua en su recinto ante situaciones bélicas o de posible conflicto con la población cristiana.
Los almedijanos lo han conservado, tal como era, y tú ahora lo puedes visitar respetándolo, en las diversas remodelaciones que con el paso de los siglos se han realizado en el castillo de Almedíjar”.
Muy cerca vemos la plaza de la Iglesia, lugar en el que comenzaba la parte cristiana de Almedíjar. El templo parroquial dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles, construido en el siglo XVIII, acapara aquí todas las miradas. El edificio presenta un buen estado de conservación y cuenta con la condición de Bien de Relevancia Local.
Su torre campanario guarda una pequeña curiosidad. Si nos fijamos en la ubicación del reloj, comprobaremos que se encuentra sobre la campana, cuando lo habitual es lo contrario. Esto es así porque el reloj se incorporó posteriormente a la construcción del templo. Se levantó un pequeño añadido con el fin de facilitar el espacio suficiente para dotar a la torre de este instrumento medidor del tiempo, un tiempo que pasa plácido, lento y relajado en este punto de la provincia de Castellón.
En el centro de la plaza destaca la pequeña estatua de bronce que, según puede leerse en su placa y nos confirman algunos vecinos de la localidad, se realizó en el año 1985 en homenaje a Aida Román, una joven del pueblo que, poco antes de participar activamente en las fiestas locales, sufrió un accidente en el que lamentablemente perdió la vida.
Seguimos caminando y llegamos a la zona judía, caracterizada por su trazado de calles estrechas. Se encuentra en torno a la plaza que hoy acoge al Ayuntamiento de la localidad.
Además de la vista, en este bonito pueblo del Alto Palancia otro de los sentidos que más se ven recompensados es el gusto. La gastronomía local se gana a los paladares más exigentes con platos tan tradicionales como la olla almedijana, elaborada con ricas verduras de la tierra. Y sería imperdonable no tastar algunas de las delicias de la repostería típica del lugar, como la torta de higos o la fullosa.
Destacable es también el rico queso de la zona que proporciona la quesería local, especialmente el elaborado con oveja guirra, especie que se salvó de la extinción gracias a la producción que se lleva a cabo en el municipio.
Después de saciar el apetito es recomendable una buena caminata. Estamos en el lugar ideal para la práctica de senderismo, ciclismo o para lanzarnos a una sencilla excursión. Existen diferentes rutas, perfectamente señalizadas, que nos permiten disfrutar de un entorno de naturaleza privilegiada. El paisaje es uno de los grandes tesoros de Almedíjar y descubrirlo es todo un placer. Quizás en nuestro caminar nos encontremos con algunos enormes alcornoques centenarios que nos recuerden que la población está rodeada de frondosos bosques de estos árboles de los que procede una buena cantidad del corcho utilizado en España para la fabricación de tapones.
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