La magia de la abadía de San Antimo

La Toscana tiene algo especial que atrae como un imán. Más allá de la siempre fascinante Florencia, esta región de Italia palpita con un corazón rural que resulta encantador. Paisajes idílicos bañados por el sol, viñedos formando hileras impecables, pequeños y tranquilos pueblos. Un escenario para soñar que, además, también ofrece una interesante historia y un rico patrimonio monumental.

Nos acercamos hasta un punto de la región en el que cipreses y pinos descansan tranquilos salpicando un paisaje ondulado y suave. En nuestro camino nos van saliendo al paso aromas de una gastronomía local que ha de saborearse con pausa y mimo. Estamos en la provincia de Siena, en la pintoresca localidad de Montalcino, un lugar de tradición vitivinícola que se encuentra ubicado en lo alto de una colina desde la que se alcanzan unas bellísimas panorámicas del Valle de Orcia, una zona que en la antigüedad habitaban los etruscos.

Montalcino es una pequeña población amurallada y protegida por un imponente castillo. Pasear por sus callejuelas con aire medieval es un auténtico placer. Aquí no valen las prisas, solo cuenta el saludo amable y el ritmo pausado que reconforta el espíritu. 

Estamos en este punto de la Toscana porque venimos persiguiendo el lugar que realmente hemos venido a visitar. A unos 10 kilómetros de la población nos espera una grata sorpresa: la abadía de San Antimo, una joya del románico toscano que, según cuenta la tradición, se levanta sobre una antigua capilla fundada por Carlomagno.  

En este lugar se respira una atmósfera mágica, un ambiente místico que nos traslada a tiempos remotos. La abadía está situada en la antigua ruta que tomaban muchos peregrinos en su camino hacia Roma, por lo que era un lugar de paso habitualmente concurrido.

La visión de esta magnífica construcción impresiona por la historia que encierra y por la imagen fascinante del edifico levantado con materiales como piedra, mármol travertino y alabastro. Su interior, rico en detalles, también guarda interesantes sorpresas, como el capitel que representa a ‘Daniel en la fosa de los leones’ y que tiene la peculiaridad de ser de los pocos que cuentan con figuras humanas.

La tumba con las reliquias de San Antimo, el santo y mártir que da nombre a la abadía, se encuentra entre los muros de este complejo religioso.