Nuestro destino se encuentra en Filipinas, un punto del planeta siempre deseado por sus paradisíacas islas, sus playas para soñar, sus arrozales, sus paisajes increíbles y su ambiente sonriente y agradable.
Nos acercamos a una de las muchas islas de este país asiático. Visitamos Bohol, lugar que posee una gran variedad de paisajes y una naturaleza fascinante. Se encuentra entre las 10 islas más grandes de Filipinas y es conocida por sus bellísimos arrecifes de coral, por ser el hogar de una de las especies de primate más pequeñas del mundo y por unas singulares formaciones geológicas que reciben el nombre de Colinas de Chocolate.
Estas curiosas colinas son la gran atracción de la isla. Son más de mil montículos con forma de conos que alcanzan algo más de 100 metros de altura y que alfombran el paisaje, un fascinante capricho de la naturaleza que no nos deja indiferentes.
Estas colinas de piedra caliza están cubiertas de hierba de un verde intenso. Sin embargo, cuando llega la estación seca esta vegetación adquiere una tonalidad marrón que le otorga un aspecto similar al del chocolate y que nos da la impresión de estar ante un territorio repleto de bombones de tamaño descomunal. De ahí deriva el dulce nombre de este lugar emblemático de Bohol que está catalogado como Monumento Natural de Filipinas.
Si continuamos nuestro paseo por esta isla vamos a encontrarnos con unos curiosos habitantes llamados tarseros o tarsiers. Se trata de uno de los primates más pequeños del planeta, mide unos pocos centímetros y exhibe unos ojos increíblemente grandes y redondos en relación al tamaño de su cuerpo. Siempre da la impresión de que el tarsero nos mira fijamente y aguanta como nadie la mirada. Esto es así porque los ojos de estos diminutos animalitos se encuentran anclados a su cráneo y no disponen de movilidad en sus cuencas. Por cierto, su visión nocturna es excelente.
Lamentablemente, estos pequeños primates se encuentran en peligro de extinción. En Bohol existe un santuario y un centro de conservación que investiga y trabaja para evitar la desaparición de esta singular especie.
Otro de los rincones de Bohol que merece la pena visitar es el puente colgante de bambú. Se levanta sobre el río Loboc y es un lugar que, sin duda, activará nuestra adrenalina. En realidad, se trata de dos puentes, uno de ida y otro de vuelta, ambos de más de 20 metros de altura y construidos originalmente con bambú y cuerdas, aunque en la actualidad se han reforzado con resistentes cables de acero para evitar riesgos. Aquellas personas que sienten temor a las alturas no llevaran demasiado bien este vertiginoso paseo.
Mientras las playas triunfan en las zonas costeras, el río Loboc es uno de los destinos más populares en el interior de la isla, ya que nos ofrece muchos motivos para la aventura: cascadas, paseos en barcazas tradicionales, práctica de kayak, etc.
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