Nos acercamos Bulgaria, un bello país y uno de los lugares menos masificados de Europa, circunstancia que sorprende si tenemos en cuenta la gran cantidad de atractivos que posee este territorio. Un buen ejemplo es Sofía, la capital, lugar de encuentro de diferentes culturas y religiones.
Nuestro destino se encuentra al norte del país, a unos 12 kilómetros de la pequeña ciudad de Kavarna, una población con encanto que dispone de un bonito puerto y una espaciosa playa. Una de las excursiones más habituales desde este punto es la que nos lleva hasta el lugar que hemos venido a buscar: el cabo Kaliakra, un escenario natural que fascinará a los amantes de la naturaleza.
El cabo Kaliakra es un promontorio rocoso largo y estrecho que se eleva unos 70 metros sobre el mar Negro y está protegido como reserva natural. Es un lugar ideal para la observación de delfines y aves marinas, además de ofrecer unas puestas de sol espectaculares.
Además de la impresionante visión del mar en toda su inmensidad, aquí también podemos contemplar las ruinas de una antigua fortaleza medieval. Queda en pie gran parte de la muralla que la protegía y en cuyo interior se encontraba una pequeña ciudad fortificada por la que pasaron tracios, romanos y bizantinos. En una de las cuevas que existen en la roca se ha instalado un museo en el que podemos ver muchas piezas localizadas en excavaciones arqueológicas de la zona, hallazgos que nos hablan de la intensa historia del lugar.
Este atractivo punto de Bulgaria encierra algunas leyendas. Una de las más conocidas hace referencia a San Nicolás. Se cuenta que el santo estaba huyendo de los otomanos y Dios creó bajo sus pies un gran trozo de tierra que se adentraba en el mar con el fin de que pudiera escapar de sus perseguidores. Sin embargo, no lo consiguió y fue decapitado. Un antiguo y pequeño templo dedicado a San Nicolás que se encuentra junto al cabo nos recuerda la importancia de este santo entre los habitantes de la zona.
Sin duda, el cabo Kaliakra es un punto de obligada visita, un espacio natural que invita al paseo y al disfrute de la naturaleza. Por cierto, muy cerca se encuentran las aguas de color turquesa de la playa de Bolata, un trocito de costa muy tranquilo y encantador visitado especialmente por las gentes del lugar, una bonita excursión para refrescarnos y ponerle la guinda a nuestra aventura por este rincón de Bulgaria.
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