Surf y tiburones en la playa de Muizenberg

Visitamos Sudáfrica. Nos acercamos hasta Ciudad del Cabo, una urbe cosmopolita, abierta, llena de vida y con una atractiva esencia africana. Estamos en un punto del planeta con múltiples matices, un lugar que nos ofrece cientos de razones para que nos acerquemos a disfrutarlo: naturaleza, cultura, historia, arte, música, arquitectura… Además del carácter alegre y acogedor de sus habitantes.

Ciudad del Cabo es en realidad el punto de partida desde el que movernos para descubrir nuestro auténtico destino, un lugar que se encuentra a algo más de media hora de trayecto: la popular playa de Muizenberg.

Esta increíble y extensa playa, ubicada en False Bay, es el lugar perfecto para los amantes del surf. Su popularidad entre los aficionados a este deporte se remonta a los inicios del siglo XX. Estamos en un espacio paradisíaco salpicado por pintorescas casetas de diferentes y vivos colores. El viento es un visitante habitual de esta playa de Ciudad del Cabo, elemento que ayuda a los surfistas a coger las mejores olas.

Además de arena, olas, casetas de colores y tablas de surf, Muizenberg es una pequeña población que también destaca por su historia. De hecho, aquí se encuentra uno de los edificios más antiguos de Sudáfrica. Se trata de una casa que servía de punto de recaudación de impuestos y que fue construida en la primera mitad del siglo XVIII. En esta ciudad también tuvo lugar la conocida como ‘Batalla de Muizenberg’, pequeña acción bélica que enfrentó a neerlandeses y británicos y en la que estos últimos acabaron ganando el control de Ciudad del Cabo.

La playa de Muizenberg se extiende a lo largo de 40 kilómetros, detalle que la convierte en una de las más largas de África. Además del surf, sus aguas atlánticas son ideales para practicar cualquier otro deporte acuático. Sin embargo, es importante tener en cuenta que nos encontramos en uno de los lugares del mundo que mayor número de tiburones blancos concentra. Si estos animalitos nos provocan algo de temor, mejor que estemos avisados cuando nos propongan la aventura de meternos en una jaula para ver de cerca la cara de estos escualos.

La presencia de tantos tiburones se debe, entre otras razones, a la isla Duiker, un islote rocoso cercano a las costas de Ciudad del Cabo. Este lugar es el hogar habitual de muchas focas, un bocado exquisito para el tiburón blanco y un punto de atracción indiscutible para este animal corpulento, de mandíbulas fuertes y de unas dimensiones considerables, ya que suelen medir entra 4 y 5 metros.