Estamos en el estado de Guanajuato, en el corazón de México. Aquí nos aguarda uno de esos destinos que se quedan grabados en la memoria, un lugar tranquilo, apacible y repleto de bonitos edificios de época colonial que no se resisten a unas buenas fotografías.
Paseamos por las adoquinadas calles de San Miguel de Allende, una pintoresca y colorida ciudad con una marcada personalidad que nos regala su luz, su alegre artesanía, sus museos y actividades culturales y sus edificios históricos, auténticas joyas en las que domina el barroco y el estilo neogótico. San Miguel de Allende cuenta con la declaración de Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO.
El fundador de esta pequeña ciudad fue un monje franciscano que a mediados del siglo XVI se estableció en una zona de las afueras de la actual ciudad, un lugar que servía de parada al transporte de mercancías, especialmente de minerales que eran trasladados hasta la capital del país.
Si algo llama especialmente la atención en esta villa mexicana es su monumental parroquia dedicada a San Miguel Arcángel y ubicada en el centro histórico de la ciudad. Data del siglo XVII y cuenta con una espectacular fachada neogótica de piedra de cantera de tonalidad rosada.
El templo es impresionante y debe su imagen actual a una remodelación que estuvo a cargo de un maestro cantero local que se inspiró en la catedral de Colonia, dotando al gran edificio religioso de arcos, agujas, esbeltas columnas y estilizadas esculturas. Actualmente, la parroquia de San Miguel Arcángel es el gran símbolo de esta ciudad guanajuatense.
No es la única iglesia que vamos a encontrar si caminamos por las calles de esta encantadora ciudad. Entre otras, también destaca el templo de la Concepción, un edificio con mucho sabor y una bella cúpula que asoma entre los edificios que la rodean. También su bonito interior merece una visita.
El centro de San Miguel de Allende está lleno de vida, especialmente su plaza principal, conocida como El Jardín. Es lugar de reunión de sanmiguelenses y visitantes y está repleta de árboles, bancos para tomar un respiro y puestos de venta en los que comprar un helado o algún producto local. El ambiente es muy familiar y agradable, además cuenta con el atractivo añadido de poder admirar la belleza de la parroquia de San Miguel Arcángel.
Esta pequeña ciudad del estado de Guanajuato ha sabido conservar su esencia y un cierto aire de pueblo acogedor, a pesar de haberse convertido en uno de los destinos turísticos más solicitados del país azteca.
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