Rottnest, el hogar de los pequeños marsupiales sonrientes

Subimos a un pequeño ferri en la costa occidental de Australia, un país especial y lleno de motivos para ser visitado. Tras algo menos de media hora de recorrido alcanzamos nuestro destino: la isla Rottnest. Estamos en un lugar de naturaleza privilegiada, tanto es así que se trata de una reserva altamente protegida. Para ello existe un comité asignado al efecto que supervisa de forma permanente el buen estado de la isla.

Soñamos con zambullirnos en algunas de sus más de 60 playas de aguas cristalinas, espacios pintados de azules y verdes brillantes que ofrecen una bella imagen de postal. En este paseo somos muy sensibles con el entorno, conscientes de las joyas naturales que nos rodean: costa, bosques, lagos y su bellísimo arrecife de coral.

Hasta el siglo XVII no llegaron hasta aquí los primeros europeos. La isla estaba solo ocupada por aborígenes, sus genuinos propietarios, quienes, como en tantas otras ocasiones ha sucedido en casos de colonización a lo largo de la historia del mundo, fueron sometidos por los recién llegados. Afortunadamente, todo esto ya es pasado.

Esta isla cuenta con un atractivo muy especial. Estamos en el hogar de un pequeño y encantador marsupial llamado quokka. Es conocido como ‘el animal más feliz del mundo’ por su carácter amable y cariñoso y por la expresión de su rostro, en la que  siempre aparece una simpática sonrisa. A este divertido pariente de los canguros solo vamos a encontrarlo en este punto del planeta. Son vegetarianos y está prohibido ofrecerles comida. Suelen vivir cerca de 10 años. Lamentablemente, en la actualidad es una especie en riesgo de extinción, pues solo se contabilizan alrededor de 10.000 ejemplares.

La isla de Rottnest es un lugar para disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Este punto de Australia está totalmente libre de automóviles -si exceptuamos algún autobús que ofrece ciertos recorridos por el lugar-, por lo que todo nos invita a utilizar nuestros pies o, como mucho, a lanzarnos a recorrer todos sus rincones en bicicleta. 

A pesar del pequeño tamaño de Rottnest, las posibilidades que ofrece este lugar son numerosas: avistamiento de ballenas, paracaidismo, surf… Uno de los deportes más practicados es el buceo, una experiencia increíble si tenemos en cuenta los bellísimos fondos marinos de la isla.