Kom Ombo, cuyo nombre significa ‘colina de oro’, es una población de Egipto dedicada básicamente a la agricultura que se sitúa en la orilla del río Nilo, a unos 150 kilómetros de la conocida ciudad de Luxor, la gran capital de los faraones y un lugar que recibe a miles de visitantes todos los años. Kom Ombo es mucho más modesto, sin grandes lugares ni rincones esencialmente turísticos. Sin embargo, esta población cuenta con uno de los edificios más peculiares del Antiguo Egipto, un templo que vale la pena descubrir.
Esta curiosa construcción a la que nos referimos destaca por ser el único templo del Antiguo Egipto con dos templos simétricos y comunicados entre sí. La mitad norte está dedicada a Horus, dios del cielo, de la caza y de la guerra, representado por un hombre con cabeza de halcón. Por su parte, la zona sur rinde culto a Sobek, dios de las aguas y creador del río Nilo, cuya imagen es la de un hombre con cabeza de cocodrilo. Con el fin de que ninguno de los dioses se molestara o se sintiera agraviado, el templo de Kom Ombo cuenta con todos los elementos dobles y exactamente iguales: dos accesos, dos santuarios, dos patios… Ya se sabe, ¡no es bueno enfadar a los dioses!
Aunque la construcción original de este templo se remonta al siglo II a.C., más tarde, en el siglo II d.C., los romanos decidieron hacer algunas importantes reformas y retoques en el lugar hasta crear el edificio que podemos observar en la actualidad. El templo de Kom Ombo, situado sobre una colina, presenta un estado de conservación bastante desigual, ya que en ciertas etapas sus piedras fueron utilizadas para edificar otras construcciones.
El templo siempre se ha relacionado con la medicina, pues existe numeroso instrumental médico del que se utilizaba en el Antiguo Egipto grabado en algunas paredes del edificio. Además, se describen diferentes ofrendas a Imhotep, alto funcionario y gran figura de la época que, entre otras cosas, también fue médico. Otra de las curiosidades que vamos a encontrar en el interior del edificio son las momias de cocodrilo, animales sagrados que eran embalsamados cuando morían y que eran la representación del dios Sobek.
El templo Kom Ombo es, sin duda, una visita apasionante. Su ubicación en la orilla del Nilo, río que evoca la emoción de la aventura, nos ofrece la posibilidad de despedirnos del lugar contemplando un bellísimo atardecer en este punto de Egipto, un espectáculo que nos resultará difícil de olvidar.
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