Nos alejamos unos 60 kilómetros de Podgorica, la capital de Montenegro. Vamos camino de una encantadora población bañada por el Adriático. Es pequeña y coqueta y se encuentra entre las ciudades más antiguas del Mediterráneo. Y también es generosa, porque esta población nos regala unas playas increíbles y una ubicación espectacular, además de un patrimonio histórico realmente interesante.
Nuestro destino se llama Budva, una localidad cuyos orígenes se remontan al siglo V antes de Cristo, momento en el que, según historias legendarias, fue fundada por unos monarcas fenicios. En la actualidad, la ciudad se ha convertido en uno de los destinos turísticos más importantes de Montenegro, por lo que alrededor de la antigua Budva ha nacido una zona nueva repleta de servicios y establecimientos hoteleros. Nosotros vamos a descubrir los numerosos atractivos del centro histórico de la población.
La ciudad vieja de Budva es un lugar amurallado medieval con puertas que nos dan acceso a estrechos callejones y calles de piedra y a pequeñas plazas llenas de encanto. Además, la zona de San Stefan, antiguo pueblo de pescadores, fue en el pasado una isla que con el tiempo llegó a unirse con la costa hasta formarse la pequeña península que contemplamos en la actualidad.
La iglesia de San Juan, del siglo VII, es uno de los templos que más llaman la atención en la población. Es una de las iglesias más antiguas de Budva, aunque su alto campanario es una construcción posterior y destaca por su altura entre todos los edificios que lo rodean.
Caminamos solo unos pasos y descubrimos la iglesia de la Santísima Trinidad, otro interesante edificio religioso, aunque de construcción muy posterior, datado concretamente en los primeros años del siglo XIX.
La iglesia de Santa María en Punta es también un antiguo templo, del siglo IX, que se encuentra en uno de los laterales de la muralla y cuenta con hermosas vistas al mar. En su interior puede verse una exposición de arte permanente.
El gran símbolo de la ciudad es una bella escultura de bronce que representa a una joven bailarina y que se encuentra ubicada sobre una roca que recibe el ir y venir de las olas del mar. Este delicado monumento es uno de los más fotografiados de Budva y, al parecer, fue esculpido en memoria de la hija de una adinerada familia del municipio. Según se cuenta, la pequeña bailarina se acercó a nadar a las aguas del Adriático, excursión de la que nunca regresó. Se dice que tocar la escultura da buena suerte, por lo que muchas personas se dirigen hasta este lugar y piden un deseo con la esperanza de verlo cumplido.
Budva cuenta con un animado ocio nocturno y con un ambiente diurno lleno de vida y actividad. Cualquier momento del día o de la noche es bueno para perderse en su ciudadela y pasear entre sus murallas edificadas en época veneciana. Disfrutar de una bonita puesta de sol en sus playas de fina arena es otro de los placeres que nos ofrece la ciudad.
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