Este viaje nos lleva hasta la bella isla mediterránea de Chipre, un territorio lleno de sorpresas que aún escapan a los itinerarios más turísticos y que conservan su espíritu más genuino. Nuestro destino se encuentra a unos 25 kilómetros de Limasol, la segunda ciudad más extensa e importante del país después de Nicosia, la capital. Nos acercamos a una pequeña aldea que enamora por su pintoresca arquitectura tradicional y sus empedradas calles que nos invitan a caminar por ellas cuesta arriba y cuesta abajo.
Estamos en Lofou, nombre que nos habla de su bonita ubicación, ya que esta palabra deriva del griego y significa ‘colina’. La pequeña población está instalada a cerca de 800 metros sobre el nivel del mar y cuenta con un atractivo entorno montañoso y con áreas salpicadas de almendros, viñas y olivos, productos clave de la economía de la localidad.
Paseamos por un destino tranquilo y poco bullicioso, un remanso de paz en el que solo residen algo de menos de 50 personas que acogen al visitante con la tradicional hospitalidad chipriota y gustan de mostrarle con orgullo su bien conservada arquitectura popular, uno de los elementos más destacados de esta encantadora aldea y uno de los principales motivos de su gran atractivo.
Las casas de Lofou están bien conservadas y restauradas con esmero. Todas lucen bonitos balcones de madera y rústicas puertas y ventanas pintadas de tonalidades azules, marrones y verdes.
Esta aldea chipriota se explora en un paseo, pero, a pesar de su pequeño tamaño, son muchos los puntos de interés que nos sorprenden en este corto recorrido. Uno de los edificios que más destacan es la iglesia, una construcción del siglo XIX levantada en el centro del pueblo que resulta impresionante y despunta como protagonista absoluta entre el conjunto de pequeñas casas que la rodean. Además de este templo principal, en Lofou también hay pequeñas capillas, como la de Santa Marina o la del profeta Elías.
Otro de los puntos clave de la localidad es la antigua escuela. Está construida en la zona más elevada de la aldea y es un edificio de corte neoclásico que llama especialmente la atención en este entorno rural.
Lofou también nos invita a conocer su tradición y su cultura, directamente relacionada con sus cultivos y el trabajo en los campos, en el pequeño museo de la localidad.
Antes de despedirnos de Lofou nos acercamos a alguna de las rústicas tabernas de la aldea, lugares con mucho sabor tradicional en los que podemos degustar algunos de los platos más típicos de la zona, como el mezze, el entrante más popular en Chipre, el cordero al horno elaborado a fuego lento o una rica sopa de lentejas, entre otras delicias culinarias.
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