Julián Rey es el viajero más joven con el que hemos conversado, un aventurero precoz que desde niño sentía auténtica pasión por los mapas y las bolas del mundo. El espíritu nómada de este murciano no tardó en manifestarse. Aún en plena adolescencia, con tan solo 16 años, Julián comienza a hacer realidad sus planes viajeros y se lanza a su primera aventura por el mundo.
Siempre ha logrado compaginar sus estudios y trabajo con increíbles escapadas a numerosos lugares del planeta. Ha visitado los cinco continentes y ha plasmado todas sus experiencias en dos interesantes libros: ‘Retratos de un nómada’ y ’10 lugares para recordar’.
Con solo 16 años te lanzas a la aventura de viajar. ¿Cómo vieron los tuyos, tu familia y amigos, que comenzaras tan pronto a vivir experiencias por el mundo?
Creo que mi familia lo vivió con naturalidad, pues de alguna forma ya se lo esperaban. Desde pequeño he sido un apasionado de los atlas, mapas, libros de viajes… y tanto ellos como yo teníamos claro que antes o después iba a dedicar buena parte de mi tiempo a viajar.
Para mis amigos quizás fue algo más sorprendente. Entre los 15 y 18 años no me gustaba prácticamente nada de lo que se supone que te tiene que gustar a esa edad. Apenas salía de noche, no iba al cine, ni a conciertos, tampoco bebía y no me llamaba para nada la atención sacarme el carnet de conducir o la marca de ropa que llevaba. Todo lo que ahorraba lo destinaba a viajar y eso no siempre era fácil de entender.
¿Cuál fue tu primer destino? ¿Por qué ese lugar y no otro?
Mis primeros viajes en solitario fueron por Europa del Este. Todavía estando en el instituto hice varios recorridos por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia. Al principio elegía estos destinos por presupuesto. En aquella época, gracias al boom de las compañías low cost, era posible volar a estos países por menos de 20€ y, una vez allí, vivir con un presupuesto ínfimo en comparación al que hubiera necesitado en destinos más turísticos.
Tras un par de años haciendo este tipo de escapadas, decidí planear mi primer ‘’gran viaje’’ e irme solo con billete de ida a París, ciudad desde la que intentaría alcanzar Helsinki por tierra atravesando buena parte de Europa: Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Alemania, Polonia, los Países Bálticos… Fue un viaje cargado de experiencias y que recuerdo con gran cariño.
¿Cómo compatibilizaste los estudios con los viajes?
La clave para combinar ambas actividades ha sido siempre una buena planificación. Siempre he tratado de no perderme los inicios de cada curso y una vez sabidos los manuales a estudiar, fechas de exámenes y criterios de evaluación, organizarme para estudiar el tiempo que fuera necesario y el resto dedicarlo a disfrutar de los viajes. Actualmente sigo estudiando a distancia, lo que facilita mucho las cosas, pues para la lectura de manuales, entrega de prácticas o tutorías sólo hace falta una buena conexión a internet, sin importar si estás en España, Argentina o Singapur.
¿Ser tan joven y nómada te ha creado algún inconveniente en algún lugar del mundo?
La juventud nunca me ha creado ningún problema, más bien al contrario. Mucha gente, al percatarse de mi situación, me ha tratado de echar una mano por el camino, ofreciéndome alojamiento, dándome consejos y hasta ofreciéndome pequeños trabajos con los que costear los viajes. Más que inconvenientes lo que ha despertado ha sido curiosidad, saber el porqué de los viajes, los motivos de viajar sólo, qué opinaba mi familia al respecto, etc.
¿Cómo costeabas tus aventuras por el planeta?
Siempre he sido un experto en viajar realmente barato. En mis primeros viajes dormía en habitaciones compartidas en hostales, estaciones de tren, autobús, aeropuertos, o recurría a la plataforma Couchsurfing, en la que se ofrece alojamiento gratuito a viajeros. Rara vez me gastaba más de 10€ la noche en dormir en un destino.
En cuanto a la comida evitaba los restaurantes y recurría a los mercados locales, cuyos productos cocinaba en los albergues, y para transportarme hacía autostop o recurría a ofertas de compañías de autobuses tipo megabús, studentagency, flixbus, etc. Nunca he comprado, por ejemplo, un billete de Interrail, muy popular entre mochileros pero mucho más caro que, por ejemplo, el autobús.
Habrás vivido todo tipo de situaciones: complicadas, divertidas, curiosas… ¿Te apetece contarnos alguna de ellas?
Las situaciones más complicadas suelen darse en las fronteras, especialmente terrestres, donde estás a merced de la buena fe de los policías o funcionarios de turno. Más de una vez he estado retenido varias horas en alguna de ellas por negarme a dar mordidas para ‘’agilizar los trámites’’ o pagar multas por infracciones inventadas. Recuerdo especialmente un caso, en un paso fronterizo entre Rumanía y Bulgaria, cuando varios oficiales me retuvieron por haber entrado en una zona que, según decían, era restringida, y me exigían 40€ para dejarme ir. A las cuatro horas, y tras negarme a pagar, me dejaron ir sin pagarles nada dado que empezaba un partido de fútbol que tenían interés en ver y ya se habían hartado de tenerme allí.
En cuanto a situaciones divertidas o curiosas se dan prácticamente a diario, especialmente en zonas donde el turismo está poco desarrollado y el extranjero sigue siendo una excepción. Recuerdo en Yinchuan, en el interior de China, cómo al entrar a una peluquería los trabajadores dejaron a sus clientes y vinieron todos a atenderme. Me corté el pelo rodeado de 20 personas mientras me hacían fotos. O como en Delhi un hombre al que acababa de conocer trató de persuadirme para que me casara con cualquiera de sus hijas.
Tú mismo has comentado en alguna ocasión que los viajes han moldeado tu carácter y tu forma de pensar. ¿En qué sentido?
En primer lugar me enseñaron a valorar mucho más lo que tenía en casa. Algo frecuente al empezar a viajar es sobrevalorar todo lo que hay fuera. Parece que cuanto más lejano, exótico y diferente sea un destino, mejor, pero cuando llegas a muchos de ellos y ves las condiciones en las que viven sus habitantes o la falta de derechos humanos que hay en determinadas zonas del mundo, empiezas a darte cuenta del valor de cosas que hasta entonces te habían pasado desapercibidas o que simplemente dabas por hechas.
En 2015 te desplazas a Dubai para trabajar como auxiliar de vuelo, una ocupación que te viene como anillo al dedo. ¿Tenías tiempo de visitar los países a los que volabas?
En la mayoría de sitios a los que volaba me quedaba entre 24 y 48 horas, tiempo que, sin ser suficiente para visitar un destino en profundidad, me permitía ver sus lugares más significativos. Si iba a Bangkok podía visitar el Palacio Real, si iba a Pekín la Muralla China, en Sidney me daba un paseo por el Puerto y la zona de la Ópera… Y así sucesivamente.
Sin embargo, lo mejor de aquel trabajo era que en los días libres -unos 12 al mes- podía disfrutar de descuentos en la mayoría de compañías aéreas para volar como pasajero prácticamente gratis. Eran estos los viajes que realmente disfrutaba y en los que aprovechaba para conocer países de la zona: Omán, Qatar, Irán, Líbano, India, etc. Sin duda es mi mejor recuerdo de aquella época.
¿Cómo fue la experiencia de residir en Dubái?
A nivel personal fue una experiencia interesante. Dubái es una ciudad muy particular y llena de contrastes, donde más del 80% de la población es extranjera -en especial de países como la India o Pakistán-, dando lugar una mezcla de culturas realmente única. En cuanto a la ciudad en sí, está mayoritariamente enfocada al turismo, por lo que muchos de los edificios del centro son hoteles, centros comerciales, tiendas, restaurantes. Esta circunstancia hace que la mayoría de gente esté de paso y sea un sitio algo artificial en el que es difícil echar raíces. Lo más difícil de vivir allí seguramente sean las altas temperaturas, pues desde el mes de mayo hasta finales de septiembre resulta complicado salir a la calle, además de algunas cuestiones culturales como la vestimenta, la limitación en el consumo de determinados productos… No obstante, es una experiencia de la que guardo buen recuerdo y, aunque desde el principio sabía que tenía fecha de caducidad, volvería a repetir sin duda.
También has buscado tiempo para escribir dos libros: ‘Retratos de un nómada’ y ’10 lugares para recordar’. El primero es un resumen fotográfico de tus viajes. ¿Qué destinos de los retratados en tu libro te han impactado más?
A nivel visual la India y Nepal son dos países que impresionan. Además de sus templos, palacios y paisajes, en ellos puedes ver escenas del día a día inimaginables en occidente: entrar en comercios y encontrarte a una vaca, ver elefantes cruzando la carretera, monjes habitando cuevas o ríos en cuya orilla se practican cremaciones mientras a pocos metros los niños juegan o se lava la ropa con toda normalidad.
Otro país que me dejó sin palabras, en este caso por su naturaleza, fue Islandia. Sus volcanes, lagos y glaciares parecen de otro planeta.
En ’10 lugares para recordar’ narras tus experiencias en las 10 ciudades del mundo que más te han impresionado a lo largo de 6 años viajando. ¿Cuáles son? De entre ellas, ¿destacarías algunas como favoritas?
Estas ciudades, por orden cronológico de visita, son París, Nueva York, Kioto, Moscú, Buenos Aires, Lalibela, Jerusalén, Delhi, Isfahán y La Habana. Lo cierto es que todas me han marcado por uno u otro motivo, pero si tuviera que destacar algunas serían Kioto por su belleza, Moscú por su grandeza y Jerusalén por su espiritualidad.
Tu blog ‘Mis rutas por el mundo’ está repleto de tus experiencias y también ofreces consejos para viajar. ¿Cuáles serían tus dos recomendaciones estrella, esas que nunca ha de olvidar un viajero?
A nivel práctico recomendaría viajar lo más ligero posible. En una mochila de 7 – 8 kg podemos guardar todo lo necesario para hacer cualquier viaje, ayudándonos a no tener que facturar -con el consiguiente ahorro- y pudiendo tener nuestro equipaje controlado en todo momento, facilitando transportes, travesías a pie…
La otra recomendación es visitar lugares alejados de las rutas turísticas tradicionales. En la misma Europa, destinos como Eslovenia, Bosnia, Estonia o Montenegro, por decir algunos, están todavía por descubrir, albergando maravillas naturales o ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad. Además de sorprendernos, este tipo de países suelen ser mucho más económicos que los tradicionales, más auténticos, y en ellos resulta más fácil conectar con la gente local que en otros destinos mucho más masificados.
¿Cuál es tu próximo destino?
Entre abril y mayo del año que viene tengo pensado ir a Rusia un par de semanas. También me gustaría visitar algún destino pendiente que tengo en España, como las Islas Canarias, y regresar a la zona de los Balcanes, especialmente a Albania, uno de los países más desconocidos de Europa y que por ello más interés me suscita.
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