El lago Mono y su onírico paisaje

Nuestro planeta es increíble y está repleto de paisajes y lugares sorprendentes. En esta ocasión vamos a descubrir uno que nos hará sentir que paseamos por otro mundo. Nos dirigimos al estado norteamericano de California, un punto de Estados Unidos que siempre solemos relacionar con animadas playas, mucho surf y con la música de los Beach Boys.

Sin embargo, California cuenta con otros atractivos que, probablemente, ni habíamos imaginado. Uno de ellos es el lago Mono, nuestro destino, un escenario casi fantástico que se encuentra relativamente cerca del Parque Nacional de Yosemite. El lago recibe su nombre del condado de Mono, palabra que, al parecer, significa ‘mosca’ y deriva del idioma de las antiguas tribus pobladoras de esta zona -seguro que, antes de saber esto, hemos pensado que su nombre hacía referencia a algún primate-.

El lago Mono se formó hace más de 700.000 años. No dispone de salida al mar y sus aguas tienen gran cantidad de arsénico y una elevadísima salinidad, tanta que la vida resulta muy complicada. Dicho esto, parece innecesario advertir que no resulta una buena idea llenar una cantimplora con agua del lago para calmar la sed por el camino. Sin embargo, aunque la vida es escasa, sí que cuenta con algunos residentes curiosos que han hecho de este lugar su hogar permanente: las moscas. Estos insectos voladores forman auténticas colonias que se posan sobre las aguas del lago para alimentarse, unas aguas que, como podemos imaginar, destilan un aroma no muy agradable.

Existe otro habitante que ha encontrado en el lago su morada ideal. Se trata de las artemias salinas, diminutos y extraños crustáceos que se alimentan de pequeñas algas y que resultan un delicioso bocado para las aves migratorias que se pasean por el lugar en diferentes temporadas del año. De hecho, el lago Mono está protegido y es una importante reserva natural, no únicamente por sus peculiaridades, sino también por la presencia y el paso de miles de aves.

Moscas, aroma algo desagradable... Puede parecernos que nos hemos equivocado al elegir este destino, pero no es así. El lago es un lugar lleno de atractivos naturales que nos regalan una imagen única y un paisaje casi onírico. En este panorama destaca la presencia de numerosas torres de toba calcárea, formaciones de roca caliza muy porosa de color pardo que adoptan formas muy curiosas. Son una especie de conglomerados de bloques verticales irregulares que parecen emerger mágicamente de las aguas y se reflejan en ellas dibujando auténticas postales.

El lago Mono ofrece muchas posibilidades para el ocio al aire libre: podemos animarnos a realizar rutas senderistas en los alrededores, disfrutar de una bellísima puesta de sol, fotografiar el paisaje y a cientos de aves y lanzarse a un paseo náutico en kayak, entre otras muchas.

Las aguas del lago son poco profundas. De hecho, en los últimos 100 años ha perdido un tercio de su volumen, en buena parte debido a la acción del ser humano. Muchos auguran que, de seguir así, el lago podría llegar a secarse. Nosotros esperamos que este pronóstico nunca se cumpla.

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