Nos acercamos hasta Sri Lanka, una isla de gran belleza, intensa historia y exuberante naturaleza. Marco Polo definió a la antigua Ceilán como una de las islas más bonitas del mundo. No se equivocaba el gran viajero veneciano, porque este país asiático está repleto de lugares espectaculares. Hasta uno de esos rincones dirigimos nuestros pasos.
En el distrito de Matale, a unos 170 kilómetros de Colombo, la capital de Sri Lanka, se encuentra Sigiriya, un conjunto arqueológico situado en la cima de una gran roca. Un espacio inspirador lleno de sorpresas que acoge diferentes templos, los restos de un palacio, jardines y otros enclaves emblemáticos. Sigiriya es también conocido como la Roca del León, nombre que entendemos rápidamente cuando descubrimos las dos enormes garras leoninas esculpidas en la piedra que se encuentran en la entrada que da acceso al lugar.
La Roca del León es una de las grandes joyas de Sri Lanka, un icono del país que cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad que otorga la UNESCO. Este punto de la isla, actualmente uno de sus grandes atractivos turísticos, fue en el siglo V una opulenta morada real. Su estratégica y elevada ubicación permitía una permanente protección ante posibles ataques.
Al parecer, la forma original del palacio de Sigiriya era la de un gigantesco león de piedra que con el tiempo ha ido desapareciendo, quedando solo como testigos sus imponentes garras. Para acceder al complejo es necesario abonar el precio de la entrada. A partir de ahí nos encontraremos con un bello conjunto de jardines con árboles, flores y estanques que nos conducirán hasta nuestro destino.
Una vez en la Roca del León, y tras pasar ante sus garras, hemos de animarnos a ascender por numerosas escaleras y pasajes que nos llevarán hasta la cima, punto en el que antiguamente vivía el rey Kashyapa rodeado de lujos y amantes. Habremos de subir más de 1.000 escalones, pero, afortunadamente, están repartidos por tramos y podemos hacer diferentes paradas, encontrándonos bellas terrazas ajardinadas a lo largo del trayecto.
Hasta alcanzar la zona más elevada, este lugar nos sorprende con rincones llenos de interés. Uno de ellos es la zona en la que se encuentran los frescos que representan a las damas de Sigiriya, mujeres semidesnudas pintadas en las paredes de la roca que, al parecer, formaban parte de la corte del monarca.
Sin embargo, la visita más apasionante nos espera en la cima. Además de una panorámica espectacular, allí descubrimos los restos del antiguo palacio, lugar desde el que el rey Kashyapa, durante su corto reinado, convirtió a Sigiriya en la capital de la isla y en un lugar próspero que llevaba con orgullo el hecho de encontrarse tan cerca del cielo.
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