Estas líneas están destinadas a aquellos que siempre han soñado con dar la vuelta al mundo pero no disponen de tiempo ni de presupuesto para lanzarse a recorrer el planeta. Para ellos existe una solución amena y diferente, una singular propuesta que invita a visitar ciudades y a descubrir parte de su historia a través de un fascinante paseo a pocos kilómetros de la ciudad austriaca de Klagenfurt.
Estamos en un lugar en el que, sin mediar la magia, podemos fotografiarnos junto a San Pedro del Vaticano y alcanzar a ver a pocos metros la parisina Torre Eiffel o el bellísimo Taj Mahal. Visitamos Minimundus, un parque en miniatura al aire libre que reproduce con toda fidelidad los monumentos y edificios más destacados de los cinco continentes. Recorriendo sus más de 25.000 metros cuadrados nos sentiremos como Gulliver en Liliput.
Minimundus no solo destaca por la gran cantidad de maquetas de monumentos de todo el mundo –más de 150-, sino por la historia que muestra cada una de ellas y por los materiales utilizados para su construcción, que en muchos casos son los mismos o similares a los que se usaron en los edificios originales. Son obras realizadas a escala 1.25, con detalles muy cuidados y dispuestas en un bello parque repleto de zonas verdes. El lugar tiene vida propia y por él se ven incluso pequeños trenes en movimiento.
La Torre de Londres, la Gran Pirámide de Guiza, el Golden Gate de San Francisco, el Parlamento de Budapest, la Torre de Pisa, la Estatua de la Libertad, el edificio de la Ópera de Sidney, la Sagrada Familia de Barcelona… ¡Todo el mundo está a nuestro alcance!
Minimudus nació en 1958 en la ciudad austríaca de Klagenfurt, una bonita urbe al sur del país, ubicada en la región de Carintia, un territorio rico en naturaleza y espectaculares paisajes. Este espacio natural cuenta con montañas majestuosas y numerosos lagos. Aunque este estado de Austria es aún para muchos poco conocido, se trata de un territorio increíble y de bellos contrastes.
Esta región fue el centro de un antiguo reino celta que más tarde se convirtió en provincia romana. A partir de ahí, muchos pueblos la invadieron hasta que en el siglo XIII pasó a formar parte del reino germánico.
Carintia cuenta un buen número de los lagos del país, cuestión que supone uno de sus grandes atractivos. Esta zona, salpicada de pueblos pintorescos, es un remanso de paz y tranquilidad donde tenemos el descanso asegurado. El lugar es conocido popularmente como la Riviera austríaca, ya que en los meses cálidos ofrece innumerables opciones: golf, pesca, baños, ciclismo, deportes acuáticos… Llegado el invierno la práctica del esquí es la gran protagonista y reúne en Carintia a numerosos turistas.
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