Vamos camino de Castilla y León. Vamos camino de Soria, como en su día ya hicieran los geniales Gabinete Caligari, aunque en esta ocasión la capital de la provincia no es nuestro destino. Buscamos los encantos medievales de una bonita localidad española declarada Conjunto Histórico-Artístico. Dicen que en ella el caudillo musulmán Almanzor ‘perdió el tambor’, curiosa forma de asegurar que acabó derrotado en una batalla legendaria.
Llegamos a Calatañazor. Para alcanzarla recorremos paisajes que nos evocan imágenes machadianas. Estamos en una encantadora villa medieval que nos saluda desde la cima del promontorio rocoso sobre el que reposa desde hace siglos. Venimos dispuestos a empaparnos de la esencia de este pueblo auténtico de gentes recias, amables y acogedoras. Cerca de 50 habitantes nos dan la bienvenida a la localidad y nos ofrecen amena conversación en alguna tasca y delante de un buen asado tradicional o de unas migas pastoriles.
Las calles de Calatañazor nos susurran cientos de historias, algunas épicas y otras más cotidianas. Pasear por los vetustos rincones de la población nos retrotrae a tiempos pasados. El siglo XXI, con su ritmo agitado y frenético, se quedó en algún punto del camino, como si algo mágico le impidiera acercarse y profanar la tranquilidad y el ambiente sereno de este lugar.
La memoria de Catalañazor guarda batallas entre musulmanes y cristianos. De hecho, muchas teorías apuntan a que el origen del nombre de la localidad deriva del árabe y significa ‘castillo de águilas’.
Balconadas medievales, antiguas casonas, sólidas murallas… Son muchas las sorpresas agradables que nos esperan aquí. Una de ellas es la iglesia parroquial de Santa María. De importantes dimensiones y con una notable portada, este templo de origen románico está datado en el siglo XII. También merecen una visita la ermita de la Soledad y los restos de la iglesia de San Juan.
Otro punto clave de la localidad es el castillo, construcción del siglo XIV. En este lugar retomamos la figura de Almanzor, porque cuenta la leyenda que fue en las inmediaciones de esta fortificación donde acabó derrotado por las tropas cristianas. Desde este lugar se disfruta una panorámica impresionante del Valle de la Sangre, entorno natural que rodea a la población.
El castillo de Calatañazor fue declarado Monumento a mediados del siglo pasado.
Pero, sin duda, uno de los grandes valores de Calatañazor es su arquitectura popular. La calle Real, la plaza Mayor y otras pequeñas calles con encanto de este lugar lucen casas de piedra porticadas en las que no faltan las vigas de madera. Hogares rematados por curiosas chimeneas cónicas que añaden un toque peculiar a los tejados.
Nos despedimos de Calatañazor con la promesa de volver. Antes de marchar damos un plácido paseo por su Sabinar, un espacio natural protegido repleto de sabinas, árboles longevos y hermosos que en algunos casos llegan a alcanzar alturas de hasta 15 metros.
"Conmigo vais, campos de Soria, tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía de la ciudad decrépita,
me habéis llegado al alma, ¿o acaso estabais en el fondo de ella?"
-Antonio Machado-
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Autora de las imágenes: Mª José Montañana Cebriá
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