Nos dirigimos a un trocito de la costa italiana que se ha ganado la declaración de Patrimonio de la Humanidad que otorga la UNESCO. Una porción del mapa italiano instalada a una hora por carretera de Pisa. Estamos en la región de Liguria, en el bello conjunto de Cinque Terre, un paisaje montañoso con descenso al mar que acoge a cinco coquetos pueblos –Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso- conocidos mundialmente por el animado colorido de sus casas y por su ubicación en balcones de roca que asoman al inmenso azul.
-Portovenere-
Las puertas más habituales de entrada a Cinque Terre son Portovenere y, especialmente, La Spezia. Desde este punto de Italia salen barcos-autobús que hacen parada en estas bellas localidades. También el tren ofrece una conexión rápida y frecuente con estas poblaciones.
Nosotros vamos a centrarnos en la más pequeña de todas, en la hermana menos extensa de las cinco y la única que no tiene ningún acceso directo al mar, cuestión que nos obliga a llegar hasta ella mediante transporte ferroviario. Hablamos de Corniglia, una localidad de altura, ya que se encuentra a más 100 metros sobre el nivel del mar, rodeada de olivos y viñas.
Descendemos del tren y, ya desde la estación, advertimos la presencia de los más de 370 escalones que nos acercarán hasta la cima del promontorio rocoso en el que se encuentra Corniglia. Es la única forma de acceder a la localidad. Quizás asuste un poco, pero se trata de una escalera de tramos muy llanos con escalones de escasa altura que dispone de bancos para descansar en el trayecto. El reto es más sencillo de lo que imaginamos y las maravillosas vistas compensan el esfuerzo.
Para ser fieles a la realidad, hemos de matizar que también podemos acceder a Corniglia en autobús, pero este método le resta mucho encanto a la aventura.
Una vez en el pueblo y después de refrescarnos en alguno de los grifos públicos que hay repartidos por la localidad, la primera que nos recibe es la iglesia de San Pedro, cuya existencia se remonta al siglo XIV.
Su fachada principal exhibe un gran rosetón de mármol sobre una gran puerta monumental.
El interior es bellísimo, destacando sus estilizados arcos góticos. La iglesia de San Pedro de Corniglia es uno de los monumentos más destacados del Parque Nacional de Cinque Terre.
Ya en el corazón de la localidad nos encontramos con otro edificio que nos llama la atención: el oratorio de los Disciplinados de Santa Catalina, una construcción del siglo XVIII que se encuentra tras el monumento histórico dedicado a los caídos de Corniglia.
La parte posterior del oratorio de los Disciplinados de Santa Catalina cuenta con una gran terraza con impresionantes vistas al mar.
Pero lo más fascinante de Corniglia son sus pequeñas calles y los numerosos rincones con encanto con los que cuenta este municipio de Italia. Escalones, pasajes estrechos, callejones repletos de tiendecitas de recuerdos y restaurantes…
Pasear por este cuidado municipio es un placer, y si acompañamos nuestros pasos con un buen helado italiano la sensación resulta todavía más placentera.
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