Si por algo es reconocido en todo el mundo el Valle del Loira es por la hermosa imagen de sus numerosos castillos y jardines. Este punto de Francia está alfombrado de fortalezas de gran belleza arquitectónica, circunstancia que le hizo merecedor de la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es difícil decantarse por uno u otro, pero en esta ocasión hemos decidido recorrer una construcción cuya historia ha estado marcada por poderosas mujeres. De hecho, el lugar por el que ahora paseamos es conocido como el ‘castillo de las damas’. Nos referimos a Chenonceau, una elegante fortaleza de piedras blancas que se mira en el río Cher.
Como hemos comentado, el nombre de importantes mujeres aparece ligado al origen e historia de este castillo. La primera de ellas fue la noble francesa Catherine Briçonnet. Su marido adquirió el castillo en el siglo XVI y ella fue la encargada de supervisar todos los trabajos de reconstrucción y rediseño del edificio que originalmente tenía una estructura medieval.
Tiempo más tarde Chenonceau pasó a manos de Enrique II de Francia. El monarca, a pesar de estar casado con Catalina de Médici, otorgó todo el poder sobre la fortaleza a su gran amor, la dama de la corte Diana de Poitiers, persona de refinada educación y muy buena posición en la sociedad francesa. Diana fue la persona que creó la decoración de los magníficos jardines del castillo y ordenó construir el puente que atraviesa el río.
Como es fácil imaginar, la situación no agradaba en absoluto a la reina. Sin embargo, Catalina hubo de esperar a la muerte de su marido para desalojar del edificio a la amante de éste y realizar sus propios retoques estéticos en el lugar. Además, convirtió Chenonceau en el espacio ideal para ofrecer fiestas y animadas recepciones.
Aún hemos de destacar otro importante nombre femenino cuya influencia fue decisiva para el futuro del castillo de Chenonceau. Nos referimos a Madame Dupin, gran dama de la alta sociedad del momento quien a mediados del siglo XVIII heredó el edificio tras la muerte de su marido. Cuando se inició la Revolución Francesa, Louise Dupin consiguió mantener a salvo el castillo de los ataques antimonárquicos.
Una de las últimas restauraciones destacadas de Chenonceau -antes de que pasara a manos la familia Menier, sus propietarios actuales-, fue la realizada por Margarita Pelouze, otra dama de buena posición que modificó diferentes aspectos de la construcción, como la entrada, algunas escaleras, ciertas habitaciones, parte de los jardines… Además, convirtió el castillo en un lugar de cita habitual de artistas y escritores.
No cabe duda de que en la historia del castillo de Chenonceau las mujeres han tenido un papel decisivo. En la actualidad, este imponente edificio recibe a cientos de visitantes todos los años.
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