En el norte de Holanda, a corta distancia de Ámsterdam, descubrimos un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido en el siglo XVII. Molinos, zuecos y un ambiente rural nos dan la bienvenida a Zaanse Schans, un precioso y tranquilo escenario con casitas de madera típicas, canales, granjas y un queso artesanal riquísimo.
Este bonito y cuidado lugar, con aspecto de museo al aire libre, consigue recrear fielmente el auténtico espíritu de un típico pueblo holandés, de uno de esos pequeños núcleos de población de la Holanda de hace más de tres siglos.
Estamos dispuestos a descubrir cómo se elaboran unos zuecos –incluso queremos aprender a caminar con ellos-, cómo funciona un molino o cómo sabe el queso tradicional de la zona. Además, cuando nos acercamos a Zaanse Schans nos inunda un agradable aroma a chocolate. Esto se explica porque aquí se fabrica este exquisito dulce que ha conseguido gran fama entre los visitantes.
En esta especie de pequeño parque temático por el que ahora paseamos llegaron a existir más de 500 molinos, de los que en la actualidad quedan solo una decena. Zaanse Schans cuenta con un buen surtido de museos que nos animan a descubrir todos los detalles de interés que ofrece la zona: la importancia de sus molinos, los oficios artesanales, la antigua actividad de los comerciantes…
Este pintoresco lugar forma parte de una ciudad no menos curiosa: Zaandam. En esta singular urbe, situada junto al río Zaan, predomina el color verde de las fachadas de sus casas y, como es fácil imaginar, uno de los transportes más utilizado es la bicicleta.
Llaman especialmente la atención algunos de sus edificios. Son construcciones que se mantienen fieles a la tradición holandesa y que conservan el verde como color protagonista, pero que lucen varias alturas y se ven innegablemente contemporáneas. Su imagen aporta un toque muy especial a la población.
Aquí también se encuentra la Casa del zar Pedro I el Grande, una de las construcciones de madera más antiguas de Holanda. A finales del siglo XVII, el zar residió en ella durante un corto período, tiempo suficiente para que el lugar adquiriera gran fama y se convirtiera en un pequeño museo testigo de su paso.
Zaandam se visita fácilmente en un par de días, tiempo en el que podemos disfrutar de sus canales, de algunas de sus casas históricas y de sus iglesias de arquitectura monumental.
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