Nos acercamos a una pequeña localidad ubicada a algo más de dos horas de trayecto por carretera de Londres, lejos de la gran ciudad, del mundanal ruido y de las predicciones de fútbol. Queremos visitar Arundel, en el condado de Sussex. En este punto del Reino Unido vamos a encontrarnos con un castillo medieval impresionante al que contemplan cerca de 1.000 años de historia.
Pero antes de dirigirnos a la gran fortaleza vamos a echar un vistazo al pueblo de Arundel, cuyo nombre nos da pistas del paso del río Arun por esta zona del país. Esta ciudad atravesó un floreciente momento en el siglo XIX gracias a la actividad de su pequeño puerto, a la industria cervecera y al comercio de la madera.
La catedral de la población, dedicada a Nuestra Señora y San Felipe Howard, fue diseñada inicialmente en la segunda mitad del siglo XIX por el arquitecto Joseph Hansom, nombre que a muchos resultará familiar porque también fue el inventor del taxi, vehículo que en aquel momento comenzó siendo un carruaje que discurría por las empedradas calles de la Inglaterra victoriana.
El magnífico templo luce especialmente en un municipio de pequeñas dimensiones como es Arundel. Se encuentra instalado sobre una colina y domina toda la población. No es la única iglesia que nos llama la atención en la localidad. La de San Nicolás, del siglo XIV, cuenta con la curiosidad de ser un templo dividido en dos zonas: la anglicana y la católica. Ambos cultos se dan bajo el mismo techo, aunque separados por una pared de cristal.
Después de un plácido paseo por la ciudad, en la que podemos visitar un buen número de galerías de arte, es momento de acercarnos hasta el gran protagonista de este punto del territorio británico: el castillo de Arundel. Esta elegante fortaleza, una de las más grandes de Inglaterra, ha sido el hogar de los duques de Norfolk durante casi un milenio.
El estado actual del castillo se debe especialmente a Enrique, quinto duque de Norfolk, quien a comienzos del siglo XX restauró y renovó muchos aspectos de la fortaleza, dotándola de luz eléctrica, ascensores, calefacción y protección contra incendios, entre otros detalles. Este bonito castillo puede visitarse desde el inicio de la primavera hasta el final del verano.
Otro de los atractivos del castillo son los jardines que lo rodean. Exquisitamente cuidados y muy amplios, se encuentran repletos de flores y ornamentos, y están especialmente bellos en los meses primaverales.
Ya que hablamos de jardines, a los amantes de la naturaleza les compensará conocer el centro para la conservación de humedales, un espacio cercano al castillo en el que contemplar la vida de muchas especies de aves, algunas de ellas en peligro de extinción.
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