Los viajes de Aldana, Dino y Tahiel: rutas mágicas y educativas en familia

Saludamos a una familia argentina que lleva el espíritu viajero en el ADN. Ella, Aldana, es profesora de geografía social, periodista y editora. Él, Dino, es mago e ingeniero de sistemas. Por último tenemos a Tahiel, el más pequeño de la casa. A su corta edad, ya es un viajero con mayúsculas. Los tres recorren el mundo dando forma a un proyecto social que se desarrolla a través de dos campos diferentes: la magia y la educación. 

Desde Buenos Aires, Aldana nos cuenta más detalles sobre esta ilusionante iniciativa y sobre sus aventuras por los más de 50 países del mundo que ya han recorrido.

Hace 10 años decidisteis dejar vuestra vida, más o menos sedentaria, y salir de la zona de confort para lanzaros a recorrer el mundo. Cuéntanos cómo tomasteis la decisión y cómo fueron aquellos primeros momentos.

Somos de la idea de que si bien salimos en su momento de la llamada ‘zona de confort’ (no es un concepto que nos cierre del todo, aunque lo usemos), con el tiempo se vuelve a entrar en otras zonas de confort, circunstancia que no tiene que ser necesariamente negativa. Es verdad que en su momento movimos las estanterías y cambiamos en 180 grados lo que estábamos haciendo, pero con el correr de los años uno encuentra otros espacios en los que se siente cómodo y no por eso es algo negativo. Tomar la decisión no fue fácil (ni lo es). Pero siempre hay que tener en cuenta que la vida de casi nadie es fácil. No sé si estábamos muy seguros de lo que queríamos para nuestras vidas, pero sabíamos muy bien lo que no queríamos.

No queríamos que los días fueran todos iguales e intrascendentes. Queríamos irnos a dormir cada noche con algo del día que valiera la pena recordar. Desde que lo conozco, Dino siempre hace un ejercicio: todas las noches, cuando se va a dormir, piensa en lo que hizo ese día y trata de diferenciar lo que valió la pena. Si tus días no tienen muchos de esos momentos, si no sabes qué recordar cuando llega la noche, algo anda mal. No queríamos renegar de cada lunes y esperar ansiosos cada viernes. Nuestra vida no podía basarse en esperar el fin de semana. Queríamos que todos los días fueran cualquier día. Poder elegir nosotros cuándo sentirnos de fin de semana. No queríamos formar una familia y no tener tiempo suficiente para estar con nuestro hijo. No queríamos arrepentirnos de no haber intentado ir tras nuestros sueños. Y como no queríamos ninguna de esas cosas, decidimos tomar esa pequeña gran decisión.

En 2009 nos animamos a cambiar la forma en la que estábamos viviendo e iniciar el sueño de vivir de otra manera. Dino era ingeniero en sistemas y dejó su trabajo formal para dedicarse cien por ciento a la magia. Yo, Aldana, dejé mi trabajo formal en una editorial para dedicarme a trabajar de manera freelance y a escribir sobre viajes. Vendimos el auto y algunas otras cosas, alquilamos el departamento y nos fuimos de viaje sin fecha de retorno. 

Ese primer viaje duró 18 meses e incluyó varios países de Europa, el transiberiano y el transmongoliano, varios países del Sudeste Asiático, India, Sri Lanka y un viaje a dedo desde Venezuela a la Argentina visitando varias escuelas, hospitales y otras instituciones sociales para regalarle magia a chicos y grandes. Después volvimos a Buenos Aires unos meses, nos fuimos al sur de África tres meses a presentarnos con el proyecto mágico. Volvimos otra vez y recorrimos algunas provincias argentinas con el proyecto. Después vino una charla TEDx, otras charlas motivacionales, escribimos nuestro libro ‘Magia es Viajar’ (que vendemos de manera independiente) y nació Tahiel, que ya tiene más de 5 años. Desde su nacimiento, decidimos seguir con Magia en el Camino, pero a otro ritmo. Hicimos muchos viajes cortos por el país y por Brasil, y un viaje de 7 meses por Europa. Después se sumaron Panamá, Costa Rica y Nueva York. Luego, Chile y algo del sur de Argentina.

Así, poco a poco, Magia en el Camino se convirtió en lo que somos hoy. No sabemos hasta cuándo va a seguir, pero por ahora tenemos ganas de continuar, aunque a otro ritmo y ya con una base más estable desde donde movernos que, por ahora, es Buenos Aires, pero creemos que pronto va a cambiar.

Viajar con tu pareja implica compartir con ella las 24 horas del día. ¿Cuáles son, según tu experiencia, los pros y los contras de esta situación?

Creo que siempre es positivo si se respetan los tiempos y espacios del otro. Nosotros hacemos muchas cosas juntos, pero también intentamos que cada uno tenga sus tiempos y espacios para hacer las cosas que le gustan. 

En 2009 llegó Tahiel. Imaginamos que con su feliz llegada os replanteasteis muchas cosas. ¿Cambió mucho vuestro rumbo viajero?

Cuando nació nos propusimos integrarlo a Magia en el Camino y se integró perfectamente. No solo a los viajes en sí mismos, sino también al proyecto de magia solidaria. De vez en cuando nos pregunta cuándo volvemos a una escuelita rural y, cuando estamos en Buenos Aires nos pregunta muy seguido cuándo nos vamos de viaje. Para nosotros, gran parte de su forma de ser, extremadamente sociable y confiada, es gracias a los viajes. Desde pequeño se acostumbró a cambiar de lugar donde dormir cada 4 o 5 días, a conversar con todas las personas y a adaptarse a todo. Hoy en día, caminar por la calle con Tahiel es sinónimo de entablar conversación con dos o tres personas por cuadra.

Con respecto al rumbo viajero, no fue su presencia quien lo cambió. Somos de la idea de que todos los destinos se pueden visitar con niños. Obviamente que en algunos vamos a tener que tomar ciertas precauciones más que en otros o tener más preparativos, pero, la verdad, si ellos van a estar con nosotros siempre se van a sentir seguros. Además, en todos los lugares del mundo hay niños, por lo tanto vamos a conseguir lo que ellos necesitan. Y también es cierto que uno no va a hacer ‘locuras’. Cambiamos el ritmo de viaje y decidimos estar un poco más instalados, teniendo una base, pero no por Tahiel, sino por otras circunstancias. 

¿Qué dos consejos básicos daríais a aquellas personas que quieran salir a viajar en familia?

Que se animen, porque es de las mejores experiencias que pueden tener juntos. Creemos que todos deberían viajar con sus hijos. No importa si es lejos o cerca del lugar donde viven.

Por otro lado, les aconsejamos que vayan tranquilos, que aprendan a convivir con los miedos lógicos de la maternidad/paternidad, pero que esos miedos no los inmovilice. Que si no se sienten seguros de ir a un lugar, no lo fuercen. Pero, al mismo tiempo, que si tienen muchas ganas de ir a uno, no dejen de ir porque les digan que ‘no es para ir con niños’. Siempre uno puede adaptar el viaje a la familia. Es más, somos de la idea de que si los adultos van felices y entusiasmados a un destino, eso se lo van a transmitir a sus hijos. Si los adultos ‘odian’ la vida de playa, no van a irse de vacaciones a una playa solo porque les dicen que son buenos destinos para los niños pequeños, porque no lo van a disfrutar como disfrutarían otra cosa. Si, en cambio, son fanáticos de las sierras y el senderismo, lo ideal sería que vayan a un lugar de sierras, que adapten las caminatas a la edad de los niños y niñas y que disfruten de esos días de viaje. Los pequeños van a ser igual de felices en la playa o en las sierras, mientras que estén en un contexto de alegría y amor con sus padres. 

Hemos comentado que, a pesar de su corta edad, Tahiel es un gran viajero. De hecho, tiene su propio blog en el que va narrando sus aventuras. ¿Pensáis que en el futuro seguirá vuestros pasos y se convertirá en un trotamundos? ¿Os gustaría?

Tahiel tiene su columna, donde escribimos como si lo hiciera él. La idea es contar algunas experiencias desde lo que creemos que es su mirada. Son textos con un lenguaje más coloquial que, indirectamente, hablan a los papás y a las mamás para darles consejos desde su punto de vista.

No sabemos si seguirá nuestros pasos. Todo cambia tan pronto que no se me ocurre cómo será todo esto en 5, 10 o 15 años. No me lo puedo imaginar. Cuando empezamos con el blog escribíamos nuestras experiencias sin pensar en el SEO ni en las redes ni en los likes ni en la autoridad de dominio ni en los afiliados ni en nada. Era un placer porque lo más lindo era el feedback con el lector que seguía tu viaje. Ahora lo sigue en las redes y el blog quedó más relegado a un lugar donde buscar información. Ahora todos los blogs de viaje se parecen bastante (aunque algunos tratamos de mantener alguna diferencia), porque todos escriben casi sobre lo mismo, ya que la idea en esos artículos no es solo compartir la experiencia, sino convencer al lector para que vaya y que, si va a comprar algo en ese destino, lo haga a través de ese artículo. No es una crítica a la situación actual, pero es la situación actual. Entonces, a uno no le queda otra que adaptarse o ‘bajarnos’ (a veces pensamos en “bajarnos” de la vorágine que generan las redes sociales y volver a las fuentes).

Entonces, no tengo ni idea de cómo será en unos años, y menos cómo será cuando Tahiel sea grande.Nuestra idea es que él sea lo suficientemente libre como para elegir hacer lo que realmente quiera. Va a crecer en un mundo con tantas oportunidades al alcance de un clic que va a depender de él. Si le gusta seguir viajando y quiere seguir con el blog y los viajes, bienvenido sea. Si decide otra cosa, también. 

Vuestra pasión por los viajes cuenta con un aspecto que los hace especiales: vuestro proyecto social mágico y educativo. Lleváis grandes dosis de magia e ilusión a niños y niñas de comunidades desfavorecidas, hospitales, pequeñas escuelas rurales… Cuéntanos más detalles y cómo nace la idea.

Al principio de ese primer viaje sin fecha de retorno la magia solo iba a ser una herramienta de financiamiento para el viaje, pero a los dos días de salir, los papás de un amigo brasileño nos llevaron por sorpresa a unas escuelas rurales de Minas Gerais para que hiciéramos magia y les contáramos a los chicos todo lo que íbamos a hacer en el viaje -cosa que ni nosotros sabíamos-. La presentación en esas escuelitas fue la semilla del proyecto mágico que surgió unos meses después y que seguimos llevando a cabo después de nueve años, aunque de manera mucho más lenta y espaciada.

Al principio lo llamábamos proyecto educativo/mágico, porque visitábamos escuelas (sobre todo rurales), orfanatos, hospitales, asociaciones de menores… y nos presentábamos con una charla y proyección de fotos en la que conversábamos sobre la posibilidad de cumplir los sueños y donde tratábamos de acercarles otras costumbres que habíamos vivido para acortar la brecha del desconocimiento hacia el otro y promover la tolerancia. Luego de la charla, siempre había un show de magia. Pero en los últimos años, sobre todo a partir del nuevo integrante de Magia en el Camino, solo hacemos la parte del show de magia y le agregamos, en los lugares que se puede, el taller de magia. Es una gran experiencia. 

Salvo que visitemos algún lugar donde previamente arreglemos dar la charla, por ahora nos abocamos a arrancar sonrisas y a que los chicos se queden con alguna enseñanza sobre el arte de la magia, que va más allá de aprender a hacer un truco.

¿Cómo reaccionan los más pequeños cuando les habláis de otras culturas y costumbres?

Lo más interesante es ver cómo todos reaccionan de la misma manera. Lo que es muy diferente al principio produce una especie de rechazo, pero cuando se habla y analiza un poco más el tema, todo se ve diferente. Fueron muy lindas experiencias porque sentíamos que después de cada charla algo les quedaba. Dino, en sus charlas, hacía mucho hincapié en respetar las diferencias, en ponerse en el lugar del otro, en tener en cuenta el contexto. Además, ver que todo lo que contábamos lo habíamos vivido y teníamos imágenes de eso, también ayudaba mucho y los transportaba a esos lugares tan distintos.

Una actividad divertida era cuando les contábamos que en Mongolia al té con leche le ponen sal en vez de azúcar. Los peques (y los grandes) ponían una cara de asco terrible. Pero cuando les hacíamos pensar que si a un chico mongol le decíamos que ellos tomaban el té o la leche con azúcar, seguramente también iba a poner esa cara de asco. Entonces, hablábamos de las costumbres, de los contextos, del respeto por el que hace algo diferente, de que no es mejor ponerle azúcar o ponerle sal.

Hasta el momento, ¿a cuántos lugares habéis llevado este proyecto?

¡A muchos! No los contamos, pero a muchos. En el viaje de seis meses a dedo desde Venezuela a la Argentina casi lo único que hicimos fue presentarnos con el proyecto. En el sur de África también. El año pasado en Costa Rica y Panamá hicimos muchas presentaciones (es el último video que van a encontrar en la página de FB) y también recorrimos muchas de las 23 provincias argentinas con el proyecto. 

¿Cómo financiáis vuestros viajes?

Los primeros viajes fueron con ahorros, con la venta del auto y con lo que íbamos ganando con magia. En gran parte de Asia, por ejemplo, cambiábamos noches de hotel por shows de magia y pasábamos la gorra. En gran parte de América y África viajamos a dedo y casi siempre dormíamos en casa de familias, a través de couchsurfing, de gente que conocíamos por nuestro proyecto o en casa de los que íbamos conociendo cuando nos levantaban por hacer dedo. Siempre fuimos de viajar muy barato, entonces podíamos estar en el camino más tiempo. Pero viajar así también es muy cansado, así que no todos están dispuestos a hacerlo. Incluso nosotros ya no tenemos tantas ganas de viajar así.

Con el tiempo, después de esos primeros viajes largos, sumamos para financiarnos algunos trabajos freelance que yo hacía –y hago- de escritura y edición, la venta de nuestro libro “Magia es Viajar” -que tenemos en versión papel y digital-, los shows de magia de Dino cuando lo contratan para algún evento social o empresarial y cuando hace magia a la gorra en los bares y restaurantes. Y también, desde hace poco, nuestro emprendimiento ‘Viajá Jugando’. 

En el libro ‘Magia es viajar. Vivencias alrededor del mundo’ contáis vuestras aventuras por Asia, África, América y Europa. ¿Qué lugares de los recorridos os han dejado una huella especial?

Creo que casi todos, por una cosa u otra cosa, nos han dejado una huella. Algunos por las personas que conocimos, como Maputo, en Mozambique, donde conocimos a Filipe, una de las personas más serviciales que alguna vez nos cruzamos. Otros por su contexto, como India, donde muchas veces nos vimos totalmente saturados y con ganas de irnos. Otros por lo opuesto a nosotros, como Mongolia. Otros porque no nos esperábamos nada y ni siquiera sabíamos qué había y nos encantaron, como Sri Lanka. Otros por su comida, como China, que nos enamoró. Otros por los lindos momentos que vivimos en familia, como Río de Janeiro. Otros por alguna presentación del proyecto que marcó algo en nosotros, como en Madrid, Bogotá, Isla de Mozambique, Botswana u Olón (en Ecuador). En cada una de ellos pasó algo que nos quedó grabado o supuso la primera vez de algo. Todas las anécdotas en estos lugares se encuentran en el libro y algunas también en el blog. Creo que todos los lugares te dejan algo. 

Por cierto, ¿y Oceanía? ¿Tenéis este continente como asignatura pendiente?

¡Si, tenemos muchos pendientes! La lista en vez de achicarse se agranda. Pero ahora estamos en un momento de parar un poco, de replantearnos varias cosas y de tomar impulso para volver más adelante con todo. ¡Nos encantaría conocer Oceanía en motorhome!

Imaginamos que tendréis multitud de anécdotas para contar. ¿Recuerdas alguna que te guste especialmente?

Realmente hay muchas y de todos los estilos (con Tahiel, con la magia, con la parte educativa del proyecto, con los transportes, con la comida…). Voy a contar una de la magia. Estábamos en Macías, un pueblito de Mozambique, haciendo un show de magia en una iglesia sincrética y, cuando terminó el show, un señor nos preguntó si podíamos hacer aparecer una bolsa de arroz. En ese momento, Dino le explicó que no, porque era ilusionismo lo que estaba viendo. Pero después nos quedamos pensando en las diferentes necesidades y realidades de las personas que se manifiestan permanentemente, hasta en estas cuestiones tan sencillas. Las personas en los bares y restaurantes donde Dino hace magia le piden si puede hacer aparecer dinero, en cambio, ese hombre flaquito y con poca ropa le preguntó si podía hacer aparecer una bolsa de arroz.

Es una historia que siempre recuerdo, porque para mí fue muy fuerte pensar en eso y me demostró lo bueno que es viajar, ya que te permite ver otras realidades y sus contextos y así intentar comprender un poco más el mundo donde vivimos. Siempre fui de la idea de que viajar abre mentes, pero también siempre digo que las abre si uno está dispuesto a abrirla y va permeable a eso.

¿Cuál ha sido vuestro último destino? Cuéntanos tus impresiones.

Estuvimos en el sur de Chile, en la isla de Chiloé, y de la Argentina. Para nosotros la Patagonia es de los lugares más lindos del mundo y siempre nos gusta volver. Hicimos un road trip de dos meses. En el blog tenemos un post que se llama ‘Todos necesitamos en poco de Sur’. El ‘sur’ en este caso es la Patagonia. 

¿A qué lugar estáis planeando viajar en breve?

En breve pensamos ir a conocer los Esteros del Iberá, un lugar en la provincia argentina de Corrientes. Antes de fin de año tenemos pensado hacer un viaje de uno o dos meses, pero todavía no tenemos destino. Depende de varias cosas. Y la inestabilidad de nuestro país nos juega bastante en contra.

¿Trabajáis actualmente en algún nuevo proyecto?

Tenemos un proyecto que se llama ‘Viajá Jugando’. Es una tienda con productos viajeros para niños. Son mapas ilustrados que vendemos en rompecabezas de madera y cartón, en láminas enmarcadas -o no- y en una mochila. También tenemos neceseres, porta documentos y otro modelo de mochila. Además, tenemos un cuaderno de actividades, ‘Viajá Jugando por Buenos Aires’, con actividades y curiosidades para que los niños y niñas descubran la ciudad de otra manera.  La idea es ir sumando productos. ¡Hay un mapa de España muy bonito! 

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Para aquellos que quieran descubrir más detalles sobre esta aventurera familia, los encontrarán en magiaenelcamino.com.ar

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