El Monte Saint-Michel y la abadía que juega con la marea

Visitamos uno de los lugares más conocidos de Francia. Nos acercamos a la región de Normandía, a una gran bahía famosa por acoger las mareas más grandes de Europa. En ese punto, resistiendo al ir y venir del agua, se encuentra uno de los enclaves más fascinantes del país galo. 

Estamos en el Monte Saint-Michel, una pequeña isla rocosa coronada por un complejo monástico benedictino construido en memoria de la aparición del arcángel Miguel. Cuenta la tradición que el arcángel se apareció en sueños al obispo Huberto indicándole que construyera el santuario. Era el siglo VIII. A partir de aquel momento, Saint-Michel se convirtió en lugar de culto y peregrinación. El increíble conjunto ha recibido la declaración de Patrimonio de la Humanidad que otorga la UNESCO.

La mágica ubicación de esta abadía medieval la ha convertido en una de las imágenes más icónicas de Francia, y en uno de los destinos más visitados y fotografiados del país.

La abadía del Monte Saint-Michel no solo es escogida como lugar de culto. Este escenario ofrece un gran atractivo añadido que lo convierte en destino deseado por muchos: las mareas. En este punto de Normandía la altura de las mareas puede llegar a alcanzar un desnivel de más de 14 metros entre la baja y la alta, transformando al monte en una auténtica isla. ¡El espectáculo es fascinante!

Una gran pasarela de más de 700 metros de largo conecta la isla con el continente. Desde ella la panorámica es impresionante y, según el momento, también lo es la sensación que ofrece de caminar sobre el agua.

Sin duda, quienes más saben del movimiento de las aguas en su ascender y descender  son los monjes que habitan la abadía. Se trata de una pequeña comunidad religiosa perteneciente a la Fraternidad Monástica de Jerusalén que, desde el año 2001 (momento en el que sustituyeron a los benedictinos), comparte residencia con algunas personas dedicadas a diferentes trabajos en el monasterio.

El interior del edificio cuenta con salas para diferentes usos, como la bodega, la sala de los caballeros... Además, destaca un precioso claustro con jardín, la iglesia y la zona destinada a la estancia de los monjes, conocida como ‘la Maravilla’. 

El Monte Saint-Michel y su abadía es un espacio mágico que cuenta con un entorno espectacular dibujado por la maravillosa bahía que lo envuelve, un espacio repleto de joyas naturales y declarado zona de protección especial en el que se dan cita focas, delfines, numerosas especies de aves y una rica y variada flora marina. 

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