Tronchón: encantador ambiente rural y exquisito queso
Buscamos la tranquilidad y la paz de una comarca española que nos espera repartida a lo largo del norte de la provincia de Castellón y en la zona sureste de la provincia de Teruel. Sobria y con una marcada personalidad, la comarca del Maestrazgo guarda rincones de enorme valor paisajístico e histórico.
Hasta uno de ellos queremos que nos lleven nuestros pasos. Visitamos un pequeño pueblo situado a unos 100 kilómetros de Teruel y a algo más de 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Cuenta con menos de 100 habitantes. Si nos lo proponemos, podemos saludar a todos los vecinos del lugar en una mañana.
Estamos en Tronchón, una localidad aragonesa declarada Conjunto Histórico Artístico. Fue fundada en el siglo XII y forma parte del Parque Cultural del Maestrazgo.
Llama la atención cómo un espacio tan pequeño puede reunir tantos atractivos. Uno de ellos es la reconocida variedad de queso que se elabora aquí y de la que los tronchoneros y tronchoneras se sienten absolutamente orgullosos. El queso de Tronchón, protegido con marca de calidad, se elabora con leche de cabra y oveja. Este producto artesanal se realiza en la población desde hace muchos años, tantos que ya se cita en ‘El Quijote’, la gran obra de Miguel de Cervantes.
No es el único producto artesanal que ha dado fama a la población. Hasta la década de los años 70 del siglo pasado, los sombreros de Tronchón, base de la economía de la localidad en aquel momento, eran buscados por su gran resistencia e impermeabilidad. Solían realizarse con pelo de conejo y era un producto muy apreciado tanto fuera como dentro de la comarca. Actualmente, nadie en el pueblo ha continuado con la tradición de fabricar sombreros.
Tronchón es uno de esos pueblos que se alían con la primavera para dejar en el visitante impresiones inolvidables. Es un placer pasear por sus estrechas y poco transitadas calles y sentir una indescriptible tranquilidad. El recorrido nos va sorprendiendo con el rico patrimonio arquitectónico que se conserva.
La iglesia parroquial de Santa María Magdalena es una construcción del siglo XVI que invade nuestra vista con su magnífica presencia. En este templo renacentista destaca su alta torre campanario, datada en el siglo XVIII, que domina majestuosa toda la población.
En la plaza Mayor, frente a la iglesia, se encuentra la Casa Consistorial y su austera fachada. El edificio cuenta con la declaración de Bien Cultural del Patrimonio Aragonés.
Las antiguas puertas de entrada a la población, aquellas que formaban parte de la muralla medieval, también son un punto de interés en este municipio de Aragón. Algunos de los accesos que hoy en día pueden verse son el Portal de San Miguel, el de la Val o el de Santa Bárbara.
Además de los edificios destacados, existe un buen número de casas de aspecto pintoresco y gran belleza que nos animan a pararnos y contemplar a lo largo de nuestro paseo. Una de ellas es la del Santo, situada junto a la plaza Mayor y en la confluencia de varias callejuelas del centro de la población.
Estamos en uno de esos lugares que aún conservan su lavadero público municipal, un espacio urbano que sigue siendo utilizado en la actualidad para su función original: lavar la ropa. Resulta encantador el refrescante sonido del agua cayendo por sus tres grifos principales.
Esta pequeña localidad es grande en sabor y calidad gastronómica. Los platos de cuchara tradicionales, los productos de la tierra y, por supuesto, su famoso queso son algunos de los muchos atractivos culinarios que podemos encontrar en los dos o tres locales en los que disfrutaremos compartiendo mesa en este bonito municipio aragonés.
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Imágenes: A. Marquina
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