Además de una deliciosa tarta de chocolate con mermelada de cerezas, muy típica de Alemania, la Selva Negra es un territorio natural del país germano repleto de bosques, montañas, cascadas y lagos. Es un lugar que nos invita a vivir en un entorno rural salpicado de típicas granjas y casitas de madera.
A pesar de su nombre, no es una selva y tampoco es negra. Algunas teorías atribuyen el nombre de Selva Negra a la presencia de profundos, densos y oscuros bosques de abetos. Estamos en un imponente macizo montañoso situado al sur del país que ofrece un espectacular paisaje de verdes y azules y en cuyo corazón nace el río Danubio.
En nuestro camino cuando atravesamos los pequeños pueblos que se encuentran en esta parte de Alemania nos percatamos de que hay bonitos relojes de cuco por todas partes. No es casualidad. El motivo es que este tipo de reloj nació aquí en el siglo XVIII y nos encontramos en una zona del país que cuenta con numerosos artesanos dedicados a la fabricación de estos simpáticos mecanismos en los que un pajarillo es el encargado de ir marcando las horas.
Los amantes de las cascadas están de suerte, porque la Selva Negra cuenta con numerosos y espectaculares saltos de aguas. Nos acercamos hasta la pequeña localidad de Triberg con el objetivo de ver las más altas de todas, con más de 160 metros de caída repartidos en diferentes tramos. Saliendo de la población nos espera un bonito paseo hasta alcanzarlas. Atravesaremos algunos puentes y pasarelas, y caminaremos por senderos que discurren junto al río Gutah hasta descubrir el refrescante espectáculo que hemos venido a buscar.
La Selva Negra también es rica en lagos. Uno de los más grandes es el Schluchsee. Es el lago situado a mayor altitud de toda Alemania y ofrece un paisaje espectacular. Aquí podemos realizar muchas actividades al aire libre, además de practicar diferentes deportes náuticos en sus plácidas aguas.
Otro lago espectacular que nos regala este territorio es el Titisee. Este bello lugar es uno de los más visitados de la Selva Negra, por lo que en sus alrededores vamos a encontrar todo tipo de servicios y muchos lugares en los que degustar exquisita gastronomía o adquirir algún recuerdo. Se encuentra a unos 30 kilómetros de distancia de la ciudad de Friburgo, una de las principales urbes de la Selva Negra, y sus aguas cristalinas invitan a disfrutar de un bonito recorrido en barca, actividad que nos ofrece una especial perspectiva del fascinante paisaje que nos rodea.
Después de tanta actividad al aire libre, vamos a darnos un respiro para ponerle la guinda a nuestra aventura por la Selva Negra. Para ello hemos escogido una localidad balneario que nos va a dejar como nuevos. Hablamos de Baden-Baden, una población que nos sirve de reconstituyente spa gracias a sus reconocidas aguas termales.
En época romana este punto de Alemania se convirtió en un lugar en el que encontrar alivio a diferentes males a través de los baños termales. Más tarde, en el siglo XIX, la ciudad era el destino turístico escogido por la alta sociedad europea para buscar relax y disfrutar de una estancia saludable. En la actualidad, los manantiales naturales de Baden-Baden siguen proporcionando momentos de relax y desconexión.
Esta ciudad, rodeada de hermosas montañas y bosques, también cuenta con un casco histórico repleto de preciosas edificaciones, hermosos jardines, tiendas de lujo, restaurantes y una activa e interesante vida cultural. De hecho, su Teatro de la Ópera es uno de los más grandes de Europa. Además, los amantes de la música tienen una cita en la Casa de Brahms, lugar en el que el gran compositor alemán residió y trabajó en su música y que hoy es un museo dedicado a su figura.
Revista Viajes y Lugares
Escribe tu comentario