Nos acercamos a Colombia, en la América Meridional. Estamos en un país de paisajes espectaculares y aromas de buen café. Este punto del planeta nos enamora con su música, su cultura, sus tradiciones, su vibrante colorido y sus amigables gentes.
A menos de tres horas de distancia por carretera de Bogotá, la capital, encontramos nuestro destino. Queremos pasear por la pequeña localidad de Villa de Leyva, en el departamento de Boyacá. Recorremos una de las ciudades con más encanto de este país sudamericano. Fundada en la segunda mitad del siglo XVI, esta población está declarada Monumento Nacional de Colombia.
Villa de Leyva es un rincón tranquilo de innegable corazón colonial, un pueblo que en ciertos aspectos nos evoca el recuerdo de algunas poblaciones andaluzas. Este lugar luce casas encaladas de blanco y puertas de madera a lo largo de sus calles empedradas, no aptas para tacones. Su enorme plaza Mayor, flanqueada por vetustos edificios, es una de las más grandes de América y en sus alrededores podemos encontrar tiendas de artesanía, restaurantes y cafés.
En esta plaza principal se encuentra casi todo, como la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, una construcción del siglo XVII con una bella y sencilla fachada.
Caminamos unos pocos metros y nos acercamos al convento de las Carmelitas Descalzas. Es uno de los edificios más antiguos de Colombia y en él habitan cerca de treinta monjas de clausura que viven de los frutos de su pequeño huerto, de la venta de objetos religiosos y de las donaciones de sus vecinos.
A unos diez minutos en coche del centro de Villa de Leyva descubrimos un curioso edificio: Casa Terracota, un proyecto artístico y arquitectónico que ha sido considerado como la cerámica más grande del mundo. Este espacio de curioso diseño ocupa cerca de 500 metros cuadrados y es obra del arquitecto colombiano Octavio Mendoza, quien busca promover una forma de vida alternativa y en perfecta comunión con la naturaleza.
Otra visita interesante nos espera a tan solo cinco kilómetros de la población. Hablamos del Centro de Investigaciones Paleontológicas, un espacio de estudio y también de exhibición de la historia más remota del lugar. Aquí descubriremos detalles tan interesantes como el que nos desvela que esta localidad, actualmente situada a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, fue en el período cretácico un territorio cubierto por las aguas del océano. De ello dan fe los numerosos fósiles localizados en la zona.
No podemos abandonar Villa de Leyva sin echar un vistazo a los bonitos y tradicionales tejidos artesanos del lugar. La importancia de la confección con lana esquilada de las ovejas de la zona es tal que todos los años se celebra Tejiendo moda, un festival donde se exhiben multitud de coloridas piezas hechas a mano: mantas, bolsos, vestidos…
Hemos disfrutado del paseo, porque en este lugar todo nos suena a ritmos tradicionales que nos inundan de magia y alegría. Es fácil adivinar que estamos en uno de los destinos más visitados del país, una ciudad incluida en la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia.
Revista Viajes y Lugares
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