‘Estoy en el lugar más confortable del mundo. Siento una continua tranquilidad y ninguna presión’. Así describe Nietzsche en una carta a su hermana la gran placidez y bienestar que le produce su estancia en el valle de Engadina. El gran filósofo alemán decidió instalarse durante algún tiempo en la pequeña población de Sils-Maria buscando un clima y un ambiente que lograran mejorar su precario estado de salud, que se manifestaba con crisis depresivas y terribles jaquecas.
Entendemos la acertada elección del autor de Así habló Zaratustra, ya que el destino que ahora nos disponemos a recorrer es un auténtico paraíso en los Alpes Suizos. Este lugar, en el sureste del país, es un valioso regalo natural rodeado de montañas y salpicado de lagos. Disfrutar aquí de la vida al aire libre es una tarea que lograremos fácilmente.
En las laderas de este fascinante valle suizo nos van dando la bienvenida pequeños pueblos encantadores y pintorescos. El más importante de la Baja Engadina es Scuol, un lugar en el que el sol suele ser un visitante habitual.
Hasta esta bonita localidad del cantón suizo de los Grisones llegan personas de todo el mundo buscando sus manantiales, excelentes aguas que proporcionan baños terapéuticos y relajantes. Estos spa termales con vistas a la montaña son la auténtica atracción de la zona, además del maravillo entorno natural del lugar.
Si alzamos la vista alcanzaremos a ver otro de los puntos fuertes de este rincón del país del chocolate y los relojes. Situado en una montaña de 100 metros de altura se encuentra el Castillo de Tarasp, una histórica construcción que domina todo el paisaje. Se remonta a finales del siglo X y en la actualidad es propiedad del artista suizo Not Vital.
Ahora nos movemos hasta la Alta Engadina, el lugar en el que se sitúa St. Moritz y su estación de esquí, una de las más conocidas y con más tradición del planeta, además de ser una de las más exclusivas y frecuentadas por la alta sociedad.
También en esta parte alta del valle se encuentra Silvaplana, una pequeña y preciosa población con lago incluido que no queremos perdernos. Nos encontramos a casi 1.800 metros sobre el nivel del mar y los paisajes son fascinantes. Este punto de Suiza se ha convertido en un lugar de moda gracias a la gran variedad de deportes que pueden practicarse en la zona y, especialmente, en su lago: windsurf, patinaje, esquí…
Ponemos fin a nuestro viaje retornando al principio y recuperando la figura de Nietzsche. No dejamos el lago Silvaplana porque en sus orillas nos disponemos a visitar Sils-Maria, el lugar escogido por el filósofo para relajarse con la pureza del aire de la zona y la placidez del ambiente. Su casa museo, ubicada en el edificio de la pensión en la que se alojaba, conserva los muebles y objetos que Nietzsche utilizó durante sus diferentes estancias en este pequeño paraíso suizo.
Revista Viajes y Lugares
Escribe tu comentario