Nos ponemos el kilt, la típica falda de cuadros escocesa, y con el característico sonido de la alegre gaita como fondo nos disponemos a visitar uno de los rincones más fascinantes de Escocia.
Rodeadas de una verde alfombra de vegetación y situadas sobre un vertiginoso acantilado se encuentran las ruinas del Castillo de Dunnottar. En esa fascinante ubicación nos encontramos esta fortaleza medieval con aspecto de plantarle cara al bravo Mar del Norte y al viento helado que azota un día sí y otro también.
La actual construcción se encuentra en el término de la localidad de Stonehaven y data del siglo XIV, aunque se cree que sus orígenes podrían remontarse a siglos anteriores. Si nos encontramos en Edimburgo necesitaremos unas dos horas de coche para llegar hasta este increíble paraje. Cerca del castillo podremos dejar nuestro vehículo y acceder hasta la evocadora construcción a través de un pequeño sendero y los escalones que nos abren paso para alcanzar el elevado promontorio en el que se encuentra. ¡Las vistas son impresionantes!
En el interior de la fortaleza podremos identificar las diferentes estancias que la componen y hacernos una idea de cómo era la actividad en su interior. La capilla, la torre, el palacio, los establos, las mazmorras, las bodegas… En nuestro paseo dejaremos volar la imaginación. Incluso, con un poco de suerte, podemos llegar a encontrarnos con Green Lady, el espíritu de una dama vestida de verde que al parecer se deja ver de vez en cuando por el área en el que antiguamente se elaboraba la cerveza, detalle que no nos deja dudas sobre los gustos de la misteriosa mujer.
El Castillo de Dunnottar ha pasado por las manos de diferentes familias nobles y en otros tiempos se encontraba junto a la única ruta que comunicaba con la ciudad de Aberdeen, circunstancia que aprovechamos para realizar una visita a esta población de la verde Escocia.
Invertiremos cerca de media hora por carretera para llegar hasta Aberdeen, una ciudad llena de actividad y conocida en el país como ‘la ciudad de granito’, denominación que entenderemos rápidamente al contemplar su bonita arquitectura tradicional levantada con el granito gris de la zona que lanza destellos brillantes cuando se encuentra con la luz del sol.
Un paseo por la playa y el puerto de la localidad puede ser una buena idea para comenzar nuestra visita. Pero esta ciudad, que combina a la perfección historia y modernidad, nos ofrece otros muchos atractivos. Es famosa por sus bellas zonas verdes, con cerca de 50 parques y jardines, y cuenta con una gran oferta cultural y actividades para disfrutar en familia.
El Viejo Aberdeen, la parte más antigua de la ciudad, nos invita a pasear por sus calles adoquinadas y a acercarnos a sus tres catedrales. También impresiona el magnífico edificio que acoge a la universidad de la población, fundada en 1.495 y valorada como una de las mejores del mundo.
Y no olvidemos que muy cerca de aquí se encuentra el famoso Castillo de Balmoral, la residencia escogida por la reina Isabel II para alojarse cuando se encuentra por tierras escocesas.
Revista Viajes y Lugares
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