Los paisajes patagónicos son fascinantes. De ello dieron fe numerosos viajeros que antaño descubrieron estos parajes de marcados contrastes y protagonizados por una naturaleza que se despliega a su libre albedrío. Eran antiguos expedicionarios y aventureros que se animaban a recorrer distancias que se medían por meses. El premio final era pisar esta tierra impactante y extrema.
En un rincón de este excepcional paraíso situado al sur de la provincia de Neuquén, al pie de la cordillera de los Andes, se encuentra San Martín de los Andes, una localidad rodeada por cerros que la abrazan, como el cerro Curruhuinca o el Comandante Díaz.
La ciudad fue fundada en 1898 a consecuencia de la conocida como Conquista del Desierto, una campaña militar realizada por la República Argentina en la que se conquistaron grandes extensiones de terreno que hasta ese momento se encontraban en manos de pueblos indígenas de la zona como el Mapuche.
Llegar hasta este punto del planeta no fue fácil, pero sí contaba con el aliciente de un entorno singularmente bello. Era necesario atravesar caminos inhóspitos, valles, lagos y ríos ante la visión de una tierra donde los colores de las montañas se entrelazan con las del cielo, donde la vida se torna hostil azotada por fuertes vientos y donde todo se encuentra alejado. Estamos en el confín del mundo, en una tierra que sigue siendo virgen y extensa.
La gran distancia que siempre ha separado a San Martín de otras zonas pobladas provocaba que algunos habitantes de la localidad se vieran obligados a desplazarse en camión hasta Buenos Aires, recorriendo más de 1.500 kilómetros para conseguir víveres y todo tipo de productos. Tras tiempo de ausencia, cuando regresaban, los sanmartinenses celebraban una gran fiesta para recibir a los recién llegados: banda de música, vestidos de domingo y mucha alegría.
San Martín de los Andes es en la actualidad un punto de referencia del turismo de la zona y una emblemática ciudad patagónica. Ubicada a orillas del hermoso lago Lácar, su visita nos promete una plácida y tranquila estancia. La población destaca por una arquitectura a base de piedra y madera y por una rica oferta cultural y gastronómica. También la práctica del deporte es uno de los puntos fuertes de la zona: pesca, esquí, senderismo…
En los últimos años San Martín de los Andes se ha expandido de forma muy significativa. Sus amplias calles son fáciles de transitar y su centro es acogedor y cuenta con modernas infraestructuras. El carácter del sanmartinense es amable. Son gentes sencillas que se emocionan con su tierra, a la que aman y cuidan. Es fácil sentirse cómodo en esta ciudad y aunque sus habitantes ya no reciban a los turistas con una banda de música, como antaño hacían con el viejo camión, son magníficos anfitriones que siempre tienen a mano una sonrisa para regalar.
Datos e imágenes: María Coronel, fotógrafa y guía de turismo en San Martín de los Andes
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Revista Viajes y Lugares
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