La Abadía de Kylemore, el Taj Mahal irlandés

Irlanda es una tierra repleta de verdes y mágicos paisajes, de gentes acogedoras, de historia y de leyendas inmortales. En este lugar, en el que sobrevuela el espíritu celta, se encuentra Connemara, una región en el condado de Galway que atesora una de las áreas naturales mejor conservadas de todo el país. Además, este territorio sabe valorar y preservar sus tradiciones y presume de mantener vivo el idioma gaélico.

Buscamos un paraje privilegiado que forma parte del Parque Nacional de Connemara y que se encuentra muy cerca de Clifden, la localidad más poblada de la región. Desde esta pequeña ciudad, de algo más de 3.000 habitantes, iniciamos un precioso paseo entre montañas y lagos hasta llegar a un rincón de Irlanda de aspecto tan mágico que parece que solo lo habitasen leprechauns, hadas y pequeños duendes.

Hemos llegado a la Abadía de Kylemore, un impresionante edificio de muros blancos que nos recibe al borde de un bellísimo lago entre las variadas tonalidades verdes de la vegetación que lo envuelve. Y como estamos en tierra de leyendas, existe una muy popular en esta región irlandesa que nos habla de un hermoso caballo blanco que cada siete años emerge de las aguas del lago y desaparece trotando entre la niebla. No sabemos si existen testigos que den fe de la aparición del esbelto corcel, pero encontrarlos puede ser una buena excusa para acercarnos hasta esta tierra de mitos y fantasía.

Kylemore encierra una historia de amor de trágico final. Este lugar fue originalmente un castillo que a mediados del siglo XIX ordenó construir un rico empresario inglés con el fin de que fuera un precioso obsequio para la mujer a la que amaba.

Lamentablemente, la esposa del adinerado británico murió en el transcurso de un viaje al poco tiempo de haber finalizado la construcción del castillo, por lo que disfrutó durante muy poco tiempo del romántico regalo. El empresario, desolado, decidió honrar la memoria de su amada construyendo cerca de este edificio una pequeña e íntima iglesia de estilo neogótico junto a la que se encuentra un pequeño mausoleo en el que ella reposa eternamente. Cabe destacar que este templo es una reproducción en pequeñas dimensiones de la Catedral de Norwich.

Con esta historia nos hemos remontado a los orígenes de la Abadía de Kylemore, un relato que le ha valido al lugar el sobrenombre de ‘Taj Mahal irlandés’ por las semejanzas que mantiene con la historia que dio lugar a la creación del bello mausoleo de la ciudad de Agra.

Con el tiempo y tras algunos cambios de dueño, el conjunto pasó a manos de una comunidad de monjas benedictinas que aún residen en él y que, durante cerca de 90 años, convirtieron la abadía en un internado femenino de reconocida reputación en todo el mundo. Este popular colegio para señoritas de familias de excelente posición cerró sus puertas hace menos de una década.

No podemos marcharnos de este fascinante lugar sin visitar los jardines de Kylemore. Se encuentran algo alejados del complejo y componen un espacio verde de estilo victoriano que bien vale un paseo. En este precioso rincón podemos disfrutar de verdes senderos, coloridas flores y todo tipo de árboles, también frutales.

Revista Viajes y Lugares