Nos acercamos a Jaipur, la capital de Rajastán, un estado que debe su nombre a los rajás, soberanos de la India que vivían rodeados de lujos y que no se privaban de ningún capricho. Jaipur es conocida como la Ciudad Rosa por el importante número de edificios construidos con arenisca de ese color durante el Imperio Mogol que reinó en gran parte de la India en los siglos XVI y XVII.
Estamos en una ciudad exuberante y llena de vida. Aquí la actividad es incesante. Cuenta con animados mercados y bazares, palacios espectaculares, templos y variados lugares de ocio. Los habitantes de Jaipur ponen una vibrante nota de color a este escenario con los tonos dorados, escarlatas y rosas de sus ropas.
Uno de los edificios que más llaman la atención es el Palacio de la Ciudad, un gran complejo que cuenta con patios, jardines y murallas. También nos encontramos una de las imágenes más hermosas en el Jal Mahal, el Palacio del Agua, una construcción realizada en medio de un lago que parece estar flotando sobre el agua.
Pero nuestro destino se encuentra en una de las visitas clave que nos ofrece Jaipur: el Hawa Mahal. Con una asombrosa fachada rosada de cinco alturas, este palacio fue ordenado construir en el año 1799 por el maharajá Sawai Pratap Singh, nieto del fundador de esta ciudad de la India.
El palacio tiene un ligero aspecto piramidal con la intención de imitar la forma de la corona del dios hindú Krishna. Este imponente edificio era en realidad un gran harén que mantenía ocultas y privadas de libertad a numerosas mujeres.
Observando el Hawa Mahal, todo un símbolo en Jaipur, llaman especialmente la atención sus casi mil ventanas, concretamente 953, dotadas de una mirilla. Su función era permitir que las mujeres pudieran observar la actividad de la calle sin ser vistas, ya que en aquella época estas damas reales no podían mostrarse ante extraños o aparecer en ningún lugar público.
El Hawa Mahal es también conocido como el Palacio de los vientos. El nombre le viene del sonido de las numerosas corrientes de aire que se activaban al abrir todas las ventanas con la intención de ventilar el interior del palacio.
Los pasillos, habitaciones y diferentes estancias del edificio destacan por su sencillez y cuentan con escasos detalles decorativos. No existen escaleras para acceder a todos los pisos. Si queremos subir hasta la planta superior y disfrutar de las magníficas vistas de Jaipur, habremos de hacerlo a través de una elevada cuesta.
Sin ninguna duda, el Hawa Mahal es el gran icono de Jaipur, un edificio que encierra tantas historias como vidas confinó entre sus muros, las de aquellas mujeres que vieron pasar su existencia tras la pequeña mirilla de una ventana en el Palacio de los vientos.
Revista Viajes y Lugares
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