Nos adentramos en un verde paraíso irlandés repleto de serenidad y belleza. Estamos en un valle espectacular que, en compañía de dos lagos, forma parte del Parque Nacional de las Montañas de Wicklow, conocido como el Jardín de Irlanda por su rica vegetación. Recorremos la zona a caballo, en bicicleta, paseando… Las opciones son variadas y todas atractivas.
Saliendo de Dublín se llega a invertir cerca de una hora por carretera para llegar hasta este remanso de paz, uno de los enclaves naturales más fascinantes de Irlanda. Nuestro destino es Glendalough, hermosa palabra en gaélico que puede traducirse como Valle de los lagos.
Glendalough es un territorio que suma a su gran valor natural un interesante aspecto histórico. Nos referimos a la presencia de los restos de un monasterio del siglo VI, una austera construcción que San Kevin escogió con el fin de llevar allí una vida tranquila y retirada.
La intención y el de deseo de soledad del santo pronto se vieron truncados por la llegada de más personas a la zona atraídas por su fama de hombre santo y autor de milagros. Tantas se acercaron hasta allí que acabó naciendo una importante comunidad. Aquél asentamiento monástico creció de tal forma que logró reunir diversas granjas e incluso una catedral.
El día a día de los habitantes de la pequeña ciudad discurrió tranquilo a lo largo de más de medio milenio, hasta que en el siglo XIV fue tomada por conquistadores vikingos. En la actualidad pueden contemplarse las ruinas del antiguo monasterio, las de algunas casas y un cementerio con cruces célticas y la antigua torre de protección de más de treinta metros de altura.
Descubrir de pronto y en medio del paisaje los restos de esta ciudad que construyeron los seguidores de San Kevin es una grata sorpresa. El ambiente es algo misterioso y bucólico y nos anima al paseo y la exploración.
Este punto de Irlanda y su espectacular entorno natural han servido de escenario para la realización de algunas conocidas películas, como Braveheart o Excalibur.
Revista Viajes y Lugares
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